Por Lázaro Echegaray - España
Volvían los toros a Azpeitia tras el obligado parón impuesto por la Pandemia.
Los carteles confeccionados por la Comisión taurina habían generado gran interés, alternando este año los festejos toristas, con toros de Ana Romero y Murteira Grave, con un cartel de corte más torerista en el que se anuncia Morante de la Puebla junto con Daniel Luque y Diego Carretero; cartel que ha despertado gran expectación.
Volvió la singular feria de Azpeitia y los toros le dieron sentido
La corrida de Ana Romero resultó todo un corridón de toros. Un encierro completo, noble, pronto y con mucho recorrido. Exigentes y complicados, como es la línea del encaste Santa Coloma, pero llenos de posibilidades para el toreo. Destacó el sexto de la tarde, gran toro, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Pero no le anduvo a la zaga el cuarto, que recibió una ovación en el arrastre, o el tercero que mostró en las telas un gran pitón derecho y que escuchó palmas mientras tiraban de él las mulillas. El resto de la corrida fue también muy válida. En general fueron toros encastados, nobles, prontos y fijos. Como decíamos, toda una corrida de toros.
Al último de Ana Romero se le dio la vuelta al ruedo
Sucedía que llegaba la tarde a su fin y aún con las condiciones de la corrida, esta se iba con las orejas puestas, lo que no dejaba de ser un despropósito. Saltó entonces el cárdeno sexto, un toro con preciosas hechuras en el tipo del encaste, con acometida y elegante galope, que metía la cara por allá por donde pasaba, que se portó en el caballo a base de empujar y meter riñón y que enseguida dejó clara sus cualidades. Le había caído en suerte a Álvaro Lorenzo, que no era quien cerraba el cartel pero que se vio en la situación de lidiar tres toros una vez que Sergio Serrano resultó cogido tras la salida de su segundo. Quizás no supo Lorenzo aprovechar la condición del toro, quizás no terminó de entender que la faena estaba en poderle atrás, rematando los lances por abajo y en tirar un poco, o mejor dicho un mucho, de corazón, para que la faena fluyera con toda su grandeza. Aun así, Lorenzo cortó dos orejas y la tarde no se fue de vacío en lo que a trofeos se refiere. Con la vuelta al ruedo de este toro, se premió al ejemplar, pero también al conjunto de la corrida. Lorenzo había brillado también con el cuarto de la tarde, que mató en sustitución de Serrano. En los medios, el toro pesaba mucho y no lograba el torero meterlo en el canasto. Cerrándolo en el tercio, y un poco a favor de querencia, surgieron series bonitas y jaleadas.
En líneas generales, a la terna le faltó entender la corrida de otra manera. Había que tomar conciencia de que no se trataba de una corrida para darle dos mil y pico muletazos y otros tanto naturales sino para ganarle en pocas y poderosas tandas, siempre rematando y pudiendo abajo. No lo vieron. Por otro lado, la corrida se mató fatal. Esto hizo que se perdieran probables éxitos.
Un gran éxito ganadero para el inicio de una feria que se ha echado mucho en falta.