Por Jean-Charles Olvera - España
En la apertura de la nueva temporada europea de toros, regresó el toreo en Valdemorillo. Pureza de Juan Ortega y entrega del novillero Samuel Navalón.
Ayer domingo se colgó el cartel de "no hay billetes" como se vio en el 2022 con la venida de Morante de la Puebla. Y se colgó esta vez porque la empresa anunció Juan Ortega que repetía tras su triunfo de la temporada pasada en este ruedo, y no por Talavante como algunos medios (Telemadrid por citar un ejemplo) indicaron equivocadamente sin citar en ningún momento al trianero, pasándole tal vez factura ideológica por lo de su vida personal.
Los que estuvimos ayer sabíamos por qué nos reunimos como en una ceremonia en ese frio pueblo de la Sierra madrileña, peregrinos del toreo puro y de su misterio, deseando que Juan Ortega abriese su cuerpo y su alma en la misma arena para expresar su sentimiento y curar sus heridas. Y eso fue lo que hizo, desvelándose a sus parroquianos. Nada tan especial que justamente un artista herido. El arte se nutre de artistas que sufren o que han sufrido. Eso lleva a expresar lo más profundo de lo que quieres extirpar y contar artísticamente, como para calmar la furia y los diablos interiores que queman el sentimiento. Y fue eso lo que vimos ayer en Valdemorillo. Una naturalidad y una profundidad que hicieron rugir y levantarse los tendidos con el noble 5º toro 'Asustado' de Núñez del Cuvillo, que acompañó la faena de un Juan Ortega que lo engrandeció e inventó literalmente lo que le permitió después romper y torearle de tú a tú. Como si los dos se hablasen solos, desde las verónicas hasta las series con la zurda y los majestuosos doblones finales. Otro duelo entre Juan y Ortega.
Hablábamos de Morante al que le siguen legiones de morantistas, habrá sin duda también que hablar de las legiones de orteguistas que seguirán esta temporada al de Triana. Un par de toreros que marcaran época.
Los que estaban anunciado ayer con Juan Ortega pasaron sin pena ni gloria con lotes terciados y de poca raza. Talavante sigue en su línea artificial de componer la figura sin esforzarse y a Ginés Marín le falta ese suplemento de alma que le permitiría expresar un toreo menos estereotipado y más profundo.
De la novillada del viernes, gustó Samuel Navalón por su entrega, el ritmo que imprimió a su lote, como la templanza y la distancia que supo adaptar a cada novillo a los que cortó una oreja a cada uno, permitiéndole salir a hombros. Se presentará el martes 14 de mayo en Las Ventas con otro de los componentes de la terna, Nek Romero, al que vimos algunos detalles.
Más difícil lo tuvo Ismael Martín con el abreplaza y peor novillo de la tarde, manso rajado, pero tampoco se puso al nivel del 4º que fue el mejor de la tarde. A los novillos de la ganadería extremeña de La Cercada (origen Garcigrande y Daniel Ruiz con aporte del Freixo), feamente cornicortos los primeros, les faltaron más raza y fondo.
Queda un festejo para rematar la feria de San Blas, que dejaré a otros. Me quedaré con el sabor especial de ese toreo puro que nos contó y expresó un gran torero llamado Juan Ortega, el que busca curar en el ruedo sus heridas y su alma exponiendo lo más íntimo que tiene, su arte.