Por Jorge Eduardo - México
Solo la entrega del Calita rompió la tónica de una tarde de actuaciones anodinas.
La corrida de Xajay, correcta de presentación y cumplidora en juego. Es decir, tuvo movilidad, fijeza y hasta repetición por momentos, además de que no se cayeron.
Los tendidos de la Monumental Vicente Segura completaron un tercio del aforo en tarde soleada que se tornó en una tarde-noche gélida y ventosa, de esas que resienten los dedos al intentar moverlos.
Octavio García "El Payo" continúa madurando. Su vida le llevó a nuevos horizontes que son por demás legítimos y motivo de congratulación para cualquiera con buena voluntad. ¿Su faceta de matador de toros ocupará un lugar en esta nueva etapa de su vida?
A juzgar por sus actuaciones, sobre pies y con precauciones, la respuesta está en el aire. Por cierto, los embates de Eolo le complicaron el trámite frente al abreplaza, pero más que recursos, hambre, técnica o valentía, el queretano depositó todos sus esfuerzos en eso, completar el trámite y poco más.
La lidia del cuarto transcurría por el mismo tenor hasta que, quizás acicateado por los pitos que comenzaron a escucharse, el Payo decidió quedarse parado y hacerse del toro muy con los vuelos de la muleta. A pesar de la calidad de los trazos, no hay que perder de vista que ya había pasado media faena para entonces y encima la falta de aguante le complicó redondear la pieza. Una autocomplaciente vuelta al ruedo fue su auto reconocimiento.
Ernesto Javier Tapia "El Calita" fue la pera en el olmo, un torero entregado y tratando de hacer las cosas bien. Independientemente de las formas, que pueden gustar más o menos, el mexiquense busca el pitón contrario e intenta el toreo en redondo muy parado y citando en terrenos comprometidos.
Su lote tuvo la condición de ser el más paradito de la corrida, lo que le permitió estar más desahogado, pero a la vez le exigió poner de su parte para animar al cónclave pachuqueño.
Calita al natural
Tuvo especial éxito con el quinto y, por qué no decirlo, también mérito embarcando y alargando la embestida del cárdeno, que colaboraba por el lado derecho y exigía exposición y poder por el izquierdo, lado por el que el Ernesto puso la colocación, el aguante y la verticalidad a tono con la calidad del burel. Ejecutó un buen volapié ligeramente desprendido para cortar dos orejas, una de peso y la otra para que la pachanga no decayera.
Con el segundo estuvo en la misma tónica por el izquierdo, aunque tal vez más retorcido y afectado con la derecha. Sus fallos con el alfange le privaron de cortar otra oreja.
Diego Silveti goza aún del favor de ciertos públicos como el de Pachuca, que le arropó con cariño a pesar de su acartonamiento habitual. Con el tercero tuvo una actuación que más o menos levantó el ánimo de los hidalguenses antes de pinchar. El sexto, con sentido, le ganó la intención de pe a pa y Diego estuvo ahí medio a la trágala y sobre pies, como si le costara despedir las embestidas del negro cornalón.
Está fueron las condiciones del cartel: tres toreros mexicanos, con casi 15, 13 y 11 años de alternativa e incapaces de meter media plaza a la Vicente Segura. Al Calita no se le puede echar gran cosa en cara, pues su carrera solo ha despegado recientemente. En contraste, El Payo y Silveti han fungido cómo cartas fuertes de la torería nacional desde hace más de una década.
La repetición ad nauseam de un planteamiento taurino avenjentado y cuyo fracaso descansa ostensiblemente en sus carencias técnicas y artísticas antes que en otros factores dieron cuenta del flagrante declive del escalafón de toreros mexicanos. Lo alarmante es que no luzca la voluntad de renovación o transformación de las empresas, que continúan programando terceros espadas con once años de alternativa.
Los antitaurinos continúan con su golpeteo incesante. En la pasada semana, se suspendió la presentación de una pieza de danza contemporánea en la UNAM titulada Tres Tercios. Cultura UNAM argumentó amenazas de los antitaurinos y, por lo tanto, motivos de seguridad.
En La Mañanera del presidente de la República, la señora Elideth Fernández llevó sus peroratas antitaurinas al son de que "dialogar con los taurinos es inmoral". Esta persona montó una exposición en el Complejo Cultural "Los Pinos" sin ninguna hostilidad pública o privada.
La legisladora priísta Tania Larios presentó nuevas iniciativas para retirar las suertes de la lidia de las corridas, lo que desató la furia de los activistas de AnimaNaturalis, organización responsable de la muerte masiva de animales para quienes la única solución es la prohibición o nada. Por supuesto, la iniciativa atiende únicamente a los antitaurinos y, para los toros, mínima tolerancia.
El talante totalitario de los animalistas es insostenible. Lo único inmoral en una sociedad civilizada es promover el silencio de antemano de una porción significativa de ella, tan solo por el perjuicio moral que cada quien crea que sufre con los actos de terceros. Eso sí que esa inmoral, censurar expresiones artísticas sí que es inmoral.
Hasta su uso de los espacios culturales, que utilizan para repetir discursos que estigmatizan al grupo de ciudadanos que les es contrario, es alevoso y ventajista.
Pero los taurinos, ¡Ay los taurinos! Incapaces de redactar una carta, de solicitar firmas, de proponer alguna iniciativa. Todos es derramar bilis en tres o cuatro tuits y párele de contar. O nos politizamos o cedemos ante el fascismo. De seguir así toda la sociedad lo va a lamentar.
Galería de fotos en #LaSuerteSuprema: https://lasuertesuprema.art.blog/2022/10/03/flagrante-declive-del-escalafon-en-la-primera-de-pachuca/