Por Jorge Eduardo - México
Dos faenas repletas de color del extremeño deslumbraron al premio de la “banderilla de oro”, principal reclamo publicitario de la corrida de este domingo 10 de marzo.
Antes que nada, cabe aclarar que la inoportuna cornada de la Influenza tipo A me obligó a ausentarme de la Plaza México por primera vez en un buen puñado de años. Por lo tanto, tocó ver la corrida por la otrora “señal taurina de Unicable”, coletilla que no se usa más en las transmisiones de la Plaza México. En fin, que más vale vacunarse, no lo eche en saco roto.
A juzgar por las imágenes televisivas, la plaza lució esplendorosa y la entrada estuvo cerca del lleno en los numerados. La tarde, soleada y calurosa como va siendo costumbre en esta desalentadora primavera eterna, estuvo condicionada por varias ráfagas de viento.
Se lidió una corrida de Rancho Seco, de la que sobresalieron los toros segundo, cuarto y quinto de la tarde por su trapío. Los que hicieron primero y tercero fueron menos voluminosos, mientras que al sexto lo afectaba su cornamenta paliabierta.
En cuanto al juego, el tercero fue especialmente noble y claro, seguido de cerca por el abreplaza, que no obstante su falta de entrega tenía posibilidades. El quinto embistió de menos a más a la muleta de Ferrera, mientras que el lote áspero tocó en suerte al Zapata. El único de juego insulso fue el parado sexto de una tarde ya para entonces doblegada por el crepúsculo.
Uriel Moreno “El Zapata” ofició como primer espada y padrino de confirmación. Por lo tanto, le tocó en suerte el segundo de la tarde, en el que invitó a sus alternantes a cubrir el segundo tercio y resultó el mejor librado con un quiebro sobresaliente antes del par al violín. Con la muleta, una labor enterada, solvente, haciéndose de un toro más bien reticente a tomar las telas. No fue una tarde de aciertos con el acero para Uriel, no obstante la estocada con la que despachó a este astado.
Con el quinto, un imponente cárdeno con sentido y casta, de nuevo lució el tlaxcalteca con los palitroques. Sobresalió el par monumental, en el que tragó en serio. Con la muleta la cosa se desdibujó harto rápido, Uriel no llegó al último tercio con la voluntad de imponerse y más bien no quiso verle la cara al toro. Luego de que la gente le obligara a pararse, logró dos tandas de derechazos más bien de mala gana. De mala gana lo despidió también la afición capitalina luego de dos avisos.
Antonio Ferrera tuvo otra tarde de idilio con la México. El tercero, con el celebérrimo nombre Dentista, le permitió al badajocense estar bastante a su aire. Es decir, cargado de excentricidades y con algunos detalles afectados. Igual corrió la mano sabroso, especialmente por el lado izquierdo, despatarrado y larguísimo primero y después vertical. Se tiró a matar sin hacer el menor esfuerzo por cuadrar al toro, sino que ahí fijo donde estaba se tiró y cuajó el estoconazo de la temporada.
Ejerció como juez de plaza Enrique Braun, que ya había otorgado una oreja con manga ancha y por ende dio las dos a Ferrera, aunque muy complacido consigo mismo aparentemente.
El quinto fue otro cantar. Otro toro mucho muy serio, alto, cornipaso y que mostraba ostensiblemente las palas de los pitones. Aunque parecía que al toro lo afectaría cierta debilidad, lo cierto es que apretó en las cabalgaduras y Ferrara le cuajó el tercio de banderillas más redondo de la tarde. A continuación Antonio comenzó a meter al toro en la muleta por el lado derecho, por donde consiguió buenas tandas. No obstante que al probarlo todo parecía indicar que el lado izquierdo no resultaría especialmente potable, Ferrera, que se había desecho del ayudado hacía rato, le cuajó los mejores muletazos de la tarde por ese lado.
¿Puede ser la mejor faena del pacense en la Plaza México? Es probable. No obstante la emborronó con la espada, tal vez sería el destino reclamando el premio de más que llevaba en la espuerta.
Francisco Martínez tuvo una confirmación complicada. El abreplaza acudía a la muleta con buen son pero a media altura, dándole algo de coba a su matador. El guanajuatense no se confió y, tal vez con algo de pánico escénico acrecentado por el aire, se embarulló con las telas en algunos pasajes y fue desarmado tres veces. A pesar de algunos trazos de mérito, las opiniones estaban divididas. Mató de estocada y la autoridad se excedió al otorgar una oreja que de poco sirvió al toricantano.
Con el sexto, poco que contar. Un toro soso y sin entrega con el que Francisco trató de ponerse en el sitio sin conseguir mucho. Se complicó con el estoque y se retiró en silencio tras dos avisos.
El ganador de la encuesta digital fue el Zapata, por lo que recibió la banderilla de oro en disputa entre abucheos al final del festejo. Si bien era muy claro que el premio sería únicamente por el mejor par de banderillas, era difícil que la gente lo aprobara después de su actuación de esta tarde.
Cabe señalar que Antonio Ferrera no pudo saltar las tablas durante el tercio de banderillas del segundo de la tarde, a consecuencia de que el estribo está al ras de la arena. Incluso lo mencionaron en la transmisión. Otros desperfectos que hemos señalado en este espacio se han subsanado, pero ese continúa. Sobresalieron en las varas Juan Cobos picando al tercero y Mauro Prado al quinto.
En fin, que toca en suerte la penúltima corrida del serial. Los siempre polémicos rejones: La Estancia para Andy Cartagena, Emiliano Gamero, Fauro Aloi y los forcados amadores de Alcochete, de México y San Luis Potosí. Que nos deparen lo que haga falta, siempre que sea con buena salud…
…Y que continue la súbita buena salud de la fiesta de toros, naturalmente…
Algunas fotos cortesía de la empresa en #LaSuerteSuprema: https://lasuertesuprema.art.blog/2024/03/10/del-otro-lado-del-televisor-la-fantasia-ferrerista-eclipso-a-la-banderilla-de-oro/
Foto: Plaza México