Cuando Noviembre está ya saliendo de toriles es la fecha que unos y otros aprovechan para dedicarse a cambiar.
Lo primero que hicimos todos por estos lares fue cambiar de posición las agujas del reloj, el horario de invierno es vigente ya en Europa y el mundo del toro no puede utilizar taurinamente las cinco de la tarde como una hora apropiada para comenzar las tardes de faenas.
Así que las faenas comienzan de distinta manera y son muchos, casi todos, los que hacen balance de las faenas hechas y las que les han hecho durante la temporada. Pueden imaginar que, dicho así, me estoy refiriendo a faenas sin toro.
Momento para repasar si aquellos con quienes se dieron el famoso ‘apretón de manos’, dieron a sus toreros argumentos para seguir confiando en ellos por los muchos contratos y faenas posibilitadas a los diestros representados o, por el contrario, en ese repaso solo se ven que las faenas que afloran son aquellas que no se hicieron por remontar puestos en sus carreras.
Es decir, pasado el tiempo, lo único que se ve es que ‘menuda faena’ fue darse la mano tan precipitadamente. Los toreros, en general, no se han visto compensados con aquellas expectativas que les hicieron concebir o sencillamente se las creyeron ellos solos.
Fernando Robleño es uno de los que ha decidido cambiar
Ni un solo nombre voy a dar, no se trata hoy de eso, bastante lo saben los que en estas letras se vean reflejados, son apuestas que se hacen, la mayoría de las veces sin sustento alguno. De igual manera, en el lugar de los apoderados también creerán que les falló el torero es las esperanzas que en ellos se depositaron.
El caso es que muchos, con su más o menos fuerza, torearon tardes ganadas a pulso y vieron mermados sus emolumentos por tener que ceder comisiones a sus apoderados, sin que estos pudieran conseguir, por ellos mismos, algún contrato sustancioso para el espada. Pasó siempre, pasa ahora y seguirá pasando. Toca cambiar, estamos en esas fechas, como digo, de los cambios.
Es fecha de cambiar, también, de miembros de las cuadrillas sin que nunca sepamos los motivos que inducen a ello. Y es que estas fechas dan para hacer ese tipo de faenas, dejando fuera a banderilleros o picadores que llevaban a su lado un montón de años. Creo que se da más el que el maestro tome esa iniciativa antes de que sea el subalterno el que pida la baja.
Puede ser adecuado el cambiar de apoderados, pensando que otros lo harán mejor y será más fructífera su representación, pero en el caso de las cuadrillas se hace más difícil pensar que sea por su faena profesional ante el toro. Lo mismo es que alguno come demasiado o utiliza en exceso el minibar de la habitación del hotel, valga el ejemplo por decir algo ante la nula explicación conocida.
Sea lo que sea, es la hora de cambiar y hasta en eso hemos de ser todos consecuentes. Pero hay que medir muy bien los cambios, porque cambiar pa’na es tontería.