Ha pasado ya mucho tiempo y todavía falta mucho más para que llegue de nuevo San Ignacio, pero esa espera será de nuevo una espera hacia la felicidad.
Azpeitia es una población guipuzcoana que tiene a gala mantener una feria en el norte, pero no una feria cualquiera, todo lo contrario, es una feria de culto.
Decir Azpeitia en el calendario taurino son palabras mayores. Ya se que, para casi todos, son palabras mayores decir San Isidro, la Feria de Abril, incluso algunos se ponen sus mejores galas si se les habla de Olivenza. Pero que no les engañen ni les distraigan, como se hacen las cosas en Azpeitia merecen y obtienen el certificado de máxima calidad.
En esta preciosa plaza siempre ocurren cosas buenas
Nada se hace al azar, todo tiene su por qué. Para empezar, cuentan con una comisión gestora que se nutre de aficionados, a cuyo frente está un hombre tremendamente grande, aunque no lo sea físicamente. Goza de bien ganado prestigio entre la afición pues no da ‘gato por liebre’ y se esfuerza para que la feria, su feria, no baje de nivel.
No sabemos cómo se las apaña, pero tras de elegir el elenco de ganaderías, -es decir, empezando por donde se debe- es capaz de llevar a la preciosa plaza azpeitiarra grandes toreros, los mejores, incluyendo máximas figuras, léase Morante o Roca Rey, también jóvenes que destacan y otros toreros a quienes las grandes empresas no prestan atención. No me digan que eso no es ‘cuadrar el círculo’. Elenco de toros y toreros con el justo equilibrio que exige la coherencia y el deber.
Todo ese bien hacer termina felizmente. Los toros y los toreros proporcionan buenos festejos, se logran triunfos que se funden durante cada tarde con la tradición y el respeto que en esta plaza se da. Nada hay más solemne y auténtico y que pueden disfrutar los aficionados que en ella se dan cita, ya sean de distintos lugares de España o de Francia.
El simple hecho de presenciar una corrida en Azpeitia te transporta a vivir sensaciones diferentes y te permite conocer cómo se pueden hacer las cosas, las taurinas, de muy distinta manera. Nadie que haya estado allí podrá negar lo que aquí dejo escrito.
El conjunto de lo aquí expresado, de esa felicidad de la que hablo, se pone de manifiesto por parte de los toreros contratados, un honor para cada uno de ellos, además de la seguridad de percibir unos honorarios dignos. No sabemos de ninguno que se haya quedado sin cobrar.
Joxín Iriarte entregando los beneficios a los más necesitados
Felices los toreros, los ganaderos, el aficionado… ya sería suficiente para cualquier feria, pero aún quedan muchos más a los que les llega la felicidad con esta feria. Cada año los beneficios que se obtienen, siempre hay beneficios, van a parar a las manos de distintas organizaciones locales que precisan de ayuda económica. Las más conocidas, entre otras, son Cáritas y las monjitas, cuyo convento preside las corridas y ellas mismas desde sus ventanas.
La felicidad llega siempre a Azpeitia, -al igual que los Reyes Magos para los niños-, de la mano de Joxín Iriarte y el resto de la Comisión. Si uno busca la felicidad a través de su afición a los toros, debe anotar en su agenda vivir esta feria allá para finales de julio.
En este día de Reyes me ha llegado la ilusión como a un chaval. Ya estoy haciendo las maletas.