Por Jorge Eduardo - México
Ferrera, Leo, San Román y Fonseca hicieron llevadera una pesada jornada de ocho toros. La México sin buenas noticias.
El sábado 3 saltaron al ruedo de Provincia Juriquilla, la pequeña y lujosa plaza de la capital queretana, toros tan desiguales de juego y presentación que difícilmente podrían poner en alto la divisa de José Garfias.
Y es que si hubo peligro en el ruedo fue a consecuencia de la mansedumbre, si hubo momentos de calidad fue por la disposición de los toreros y se echaron en falta incluso la fijeza y la embestida pastueña sello de la familia Garfias. Tan solo el sexto de la tarde rompió esa tónica.
Y el trapío. Ay Dios, el trapío. Vaya lámina de los que hicieron primero, segundo y tercero, propios de un tentadero de luces y no de una corrida de toros. En contraparte, el sexto fue un toro con trapío, el cuarto estaba retacado de kilos y el octavo con bastante tonelaje pero no precisamente ofensivo por delante.
El heterodoxo Antonio Ferrera, luego de firmar un limpio trasteo con el abreplaza, echó mano de su veta más histriónica para vestir de gran emoción a su superación de la adversidad. Y es que, saliendo de un par de banderillas de los que supuestamente ya no ponía, el cuarto de la tarde le depositó en la contrabarrera impactando de lleno en la cara. Tan tremenda imagen hizo presagiar lo peor en la plaza, no obstante el buñolí reapareció en el ruedo muleta en mano.
Hubo trazos lentos, templados, deletreados, sí. Pero Ferrera llenó el espacio con sus gesticulaciones, sus voces y el rebuscamiento de su expresión corporal. La gente, entregada hasta corear un bajonazo en toda la extensión de la palabra. El toro tuvo cualidades, pero la alharaca del ganadero y su comitiva exigiendo la vuelta al ruedo a los despojos del toro fue de pena ajena.
Nulas opciones para Leo Valadez con el microscópico segundo de la tarde. El sexto, además de estar decentemente presentado, tenía una arrancada con buen son y largueza que lo distinguió de su despenado hermano, aunque tendía a ir con la cabeza más bien a media altura.
El aguascalentense echó mano, sí de la pinturería, sí de la estética, sí de componer la figura, pero nos quedamos con ganas de rompernos coreando una serie de muletazos ligados por derecho y al natural como mandan los cánones. La alternativa al clasicismo que propuso Valadez fue el toreo en redondo, basado en circulares invertidos alargando el trazo hasta cambiarse la muleta de mano por delante. Dosantinas y rancheras, les llaman. Una buena estocada valió algún premio más en la abultada lista.
Al torero local Diego San Román le tocó salir avante frente a lo peor de lo peor. Me explico, un indecoroso novillo manso, distraído y cargado de gatos fue el que hizo primero de su lote e incluso se lo echó a los lomos abriendo la banda de su blanca taleguilla.
Pasando de guatepior a Guatemala, hizo séptimo un animal de astas delanteras vueltas y poco volumen que tenía una cortísima arrancada de apenas un par de pasitos. Entró dos veces al caballo por ser claramente insuficiente el castigo inicial, pero ni con una inyección hubiera funcionado este descastado torillo.
San Román tuvo que echar pa’ delante y pegarse un arrimón del que no quedara la menor duda, metido en la cuna de los pitones, aplastando los terrenos del toro y extrayendo muy de poco a poquito las cuasi-embestidas que permitieran que la afición de su tierra le viera. Aunque no fue una faena pródiga, alguna ocasión tuvimos de ver al queretano rematando sabrosamente detrás de la cintura. Mató de buen espadazo y el juez no tuvo empacho en sacar dos pañuelotes de golpe para molestia de algunos. La ventajas de jugar de local...
Isaac Fonseca a la verónica
El que sigue atrayendo todas las miradas es Isaac Fonseca. En Morelia tuvimos ocasión de verle romper el hielo y en Tlaxcala de jugársela sin miramientos. Ahora pudimos paladear a un Fonseca reposado, a su aire, disfrutando las bondades de un lindo salinero que se empleó en la muleta pero al que, sin duda, le costó mover los muchos kilos que traía.
Lo del michoacano pasa por una evidente preocupación taurina por abrevar de las mejores fuentes y no de las eficaces. De distinguir entre lo correcto y lo conveniente, aderezando ese quehacer clásico y parsimonioso con su inquietante temeridad.
Así, el Isaac que se pasa a los toros por la espalda milimétricamente luego se acomoda para estirar su cuerpo y ligar, para correr la mano y crear la magia del toreo bueno. Desafortunadamente la buena faena al cuarto no pudo venir a más por desfondarse el burel, que no obstante se dejó meter mano. También Isaac deberá ir ganando en oficio y maestría para meter a los toros a su canasta y a su faena, cualidad que ya le llegará. Estrujantes sanjuaneras fueron el broche una faena emborronada de nuevo por la espada, por lo menos en lo que respecta al frenesí orejero.
Con el cierraplaza hubo pocas opciones. En el recibo de hinojos brilló un farol ajustadísimo, después una brega plena de oficio y con la muleta buenos muletazos sin llegarle demasiado al público. Igual, en son de apoyo, la afición queretana premió al purépecha con su segunda oreja de la tarde.
Por si a alguien le interesa, la repartición de orejas quedó del siguiente modo: dos del quinto para Ferrera; Leo y Diego, dos orejas cada quien del séptimo y octavo. Fonseca, oreja y oreja. Ojalá fueran de cerdo para hacer buen pozole. ¡Y todavía querían Sergio González y el puntillero que el juez le diera el rabo a Ferrera! ¡Y hasta el ganadero se aventó la puntada de salir a hombros! Bueno, faltaba la nota pintoresca en el asunto.
En otro frente, la empresa de la Plaza México decidió no prolongar la espera y anunciar que no habrá temporada. Estaba cantado que un problema de esta naturaleza no se saldaría antes del fin de año, desafortunadamente.
Al juez Jonathan Bass Herrera, abra los ojos, vea más allá de sus narices. No sea cómplice de leguleyos de poca monta que se las dan de reformadores sociales. Jurídica y moralmente lo que usted está consumando es un atropello en perjuicio de los que menos tienen. Tenga el valor de darle la cara a quienes están sufriendo la precarización de sus vidas en torno a la Plaza México.
El Estado mexicano ya dio un paso en favor de la razón, negando la pretendida “liberación” de la elefanta Ely del zoológico de San Juan de Aragón al no acreditar los supuestos infortunios que padece en ese establecimiento . Ese es el camino jurídico, señor Bass, ¿Usted cuándo lo tomará?
Galería del festejo de Provincia Juriquilla en #LaSuerteSuprema: