Por Jorge Eduardo - México
Un poco por ineptitud, un poco por los imponderables del clima, pero una serie de desatinos llevaron a que la primera corrida del año no pudiera terminar ni resultara exitosa.
En primer lugar, después del paseíllo debimos disfrutar de un rato de suertes charras acorde con las inclinaciones folklóricas de la empresa, que se antojaban como valioso tiempo antes de que se cayera el cielo sobre el ruedo de la Monumental. Desde antes del paseíllo la amenaza se tornó en una lluvia tupida, mientras veíamos ejercicios extrataurinos.
En segundo lugar, el juez Enrique Braun ya no contó con la complicidad del pobre resultado taurino de las últimas novilladas para maquillar su desastroso desempeño en el palco de la autoridad. Ell señor Braun le pasó por encima al aficionado esta tarde de lunes 16 de septiembre en la Monumental y vaya a saber qué intereses defendió con su labor en el palco.
Ya en tercer plano, la corrida de toros de San Marcos, con los toreros vestidos de charros en vez de toreros. Es decir a la usanza campera mexicana, como si de un festival se tratase. Algunos amigos conocedores de la charrería han hecho corajes por el pobre uso del vestido nacional de algunos toreros, aunque cabría detenerse a pensar si una corrida de toros es el lugar para vestir estrictamente de charro o una ocurrencia fuera de lugar que no satisface ni a quienes somos cabales de la tauromaquia ni a quienes lo son de la charrería.
En fin, que la afición de México no trató bien a Cuauhtémoc Ayala, caballista yucateco que se sobrepuso a los fantasmas que rondan a sus paisanos y logró una actuación con verdad y acierto clavando las banderillas —no así los rejones de castigo—, que dejó un sabor taurino por encima de lo que acostumbran quienes supuestamente están en la cumbre del rejoneo mexicano. El habitual desastre con la espada condicionó la respuesta de la gente. El toro, aunque bueno, recibió el cuestionable honor de un arrastre lento marca Braun.
Luis Ignacio Escobedo tuvo una confirmación de alternativa sacada de la peor pesadilla posible, arruinada por la pusilánime repuesta de la autoridad luego de que el toro se despitorrara notoriamente en el encuentro con el caballo. El zacatecano cometió el error de asumir como personales los reproches de la gente, dirigidos a los ineptos que hicieron de dizque autoridad, únicamente para trincar al aficionado que dejó su dinero en la taquilla.
Pepe Murillo, lo destacado de la malograda tarde
Pepe Murillo se la jugó sin reproches frente a otro serio sanmarqueño con casta y dificultades evidentes,que demandaba mando y poder en la muleta. El jalisciense estuvo sincero con sus carencias, pero también con su disposición de dejar el pellejo en el ruedo. Firmó un quite por gaoneras, un racimo de muletazos de buena factura y tragó tres palizas tremendas antes de quedarse definitivamente en la enfermería con dos cornadas.
Juan Luis Silis no tuvo suerte ante un aguacero declarado acompañado de una imponente tormenta eléctrica que continúa hasta el momento de redactar estas líneas. Luego de una buena primera tanda, todo se desdibujó irremediablemente para mala fortuna del capitalino, que no estuvo acertado con los aceros.
En cuanto dobló el cuarto de la tarde y ni bien lo habían apuntillado, el señor juez Braun anunció la suspensión de la corrida sin esperar a que el primer espada analizara la situación del ruedo, como es habitual en estos casos y la facultad reglamentaria del director de lidia. No nos oponemos a la suspensión, conducente dado el aguacero y la tormenta eléctrica, sino al método con el que se determinó sin satisfacer al proceso reglamentario. ¿Fue una decisión de motu propio? ¿Una instrucción de otra parte?
Angelino de Arriaga y Juan Pedro Llaguno se quedaron vestidos y alborotados e incluso salieron al ruedo para tratar de manifestar su voluntad de torear al señor Braun, que más rápido que la luz abandonó el palco de la autoridad para ir a degustar tal vez un chocolate caliente o quizás un chile en nogada, un pozole o un pambazo de fiestas patrias. Hombre, qué lástima distraerle de su vida casera para la monserga de presidir corridas de toros.
En fin, la corrida bien presentada y encastada de San Marcos se frustró por la lluvia, pero la sentenció un folklorismo de dudoso gusto y las catastróficas decisiones de un señor al que la alcaldía Benito Juárez sostiene como juez de plaza únicamente porque la fiesta de los toros les importa un carajo. Mal empieza la semana para el que cuelgan en lunes, como esta temporada de corridas…
Galería de fotos en #LaSuerteSuprema: Accidentada de pe a pa, la primera corrida en la Plaza México – La suerte suprema (art.blog)