Por Jean-Charles Olvera - España
El veterano torero, Rafael de Julia, 44 años, destacó con destellos de buen toreo en la tradicional corrida concurso septembrina.
El torrejonero toreó con relajo, solvencia y detalles de gran torería que hicieron rugir Las Ventas en momentos únicos que este coso sabe tan bien subrayar. Aunque solo sea en pases o series intermitentes por naturales o adornos por bajo, los esbozos del profesor de la escuela taurina madrileña de José Cubero “Yiyo” fueron suficientes para satisfacer la memoria taurina del sufrido aficionado venteño que tan poco habrá visto en lo general esta temporada en este coso.
En algún momento hasta nos parecía ver la muleta privilegiada de su padrino (alternativa en este ruedo el 15 de abril 2001) José Ignacio Uceda Leal, válgase la referencia. Fue como si Rafael de Julia torease con ese relajo que solo vemos con los toreros maduros que miran su carrera por sus proprios hombros, sin nostalgia y ya nada que perder. Toreó para sí mismo, para sus alumnos y los aficionados que supieron reconocer sus virtudes, poniéndose hasta de rodillas a portagayola para recibir sus toros como si fuese un novillero con ansias de triunfo.
Destacó con una soberbia serie antes del brindis con el espectacular Concha y Sierra que abría plaza y más aún con su faena con el cuarto toro de Castillejo de Huebra, el más completo de la tarde. Concluyó mal con su lote de sendas espadas bajas que le impidieron cortar un apéndice con el Castillejo de Huebra, dando una vuelta tras leve petición.
Rafael de Julia durante la vuelta al ruedo
Los dos otros jóvenes diestros capitalinos, Ángel Sánchez y Amor Rodríguez, no encontraron en ningún momento ese sitio privilegiado con sendos pésimos lotes. A Sánchez le tocó un deslucido, decepcionante y sin transmisión toro de Palha y un flojo y soso Pedraza de Yeltes, sin lucimiento para este torero en parte desbordado.
Amor Rodríguez tuvo un tardo, gazapón y complicado toro para la lidia de Partido de Resina, completando su lote con un Salvador Gavira García muy protestado por su invalidez, ambos toros con los cuales el diestro perdió los papeles estando muy desconfiado en el ruedo toda la tarde, y más tras una un golpe en el brazo con el Partido de Resina, desbordado en la suerte suprema, oyendo los tres avisos con el cárdeno ‘pabloromero’ y a punto de oírlos también con el castaño cierraplaza de Gavira García tras un recital de pinchazos.
Complicada tarde para estos jóvenes toreros que piden paso y que vemos a menudo los domingos como buenos aficionados en el tendido ocho de este coso pero que esta tarde torearon como si estuviesen anestesiados o psicológicamente superados por el compromiso que es pisar este ruedo.
Ese mismo peso mental tan brutal para ellos que no tuvo, al contrario, Rafael de Julia que parecía torear con esa ligereza y mente despejada que solo vemos en algunos diestros únicos que torean con ese gusto exquisito. El privilegio del talento innato sin lugar a duda, pero también de esa madurez que da alas.