Por Mario de los Reyes - España
En este pequeño apunte, no pretendo hacer un análisis pormenorizado de la recién terminada feria de San Isidro, de eso ya se ha encargado mi amigo Antolín, que nos lo ha transmitido de manera inmejorable por esta reciente página que se ha creado y en el que me da la oportunidad de participar de vez en cuando.
Solo voy a realizar enfoques sobre aspectos que han pasado un poco desapercibidos, para mucha gente, en los análisis posteriores que se han realizado. Para empezar, hay que decir que rectificar es de personas sabias. En el análisis previo al ciclo, vaticiné que se iba a dar una bajada considerable del número de espectadores por la gran cantidad de carteles sin terminar de rematar. Pero según cifras oficiales los abonados renovaron prácticamente la totalidad y se ha aumentado en más de veinte mil el número de espectadores. Se han registrado unas entradas muy altas en muchos festejos que en otros cosos de primera categoría no aglutinarían ni a una cuarta parte.
En referencia a este tema me enorgullece el gran número de gente joven, que se han visto en los tendidos. Si queremos que esta maravilla que es la tauromaquia perdure en el tiempo, es necesario hacérsela llegar a las nuevas generaciones. Estos jóvenes en gran medida son atraídos por la nueva hornada de toreros que están saliendo en el escalafón. Pero no quería zanjar este tema, sin realizar una serie de puntualizaciones y la fundamental es que a estos jóvenes debemos de formarles e instruirles como “nuevos aficionados” no como público esporádico que solo va a pasar la tarde con los amigos, beber “gintonics” y asistir a los carteles de relumbrón. Y ahí, una gran responsabilidad la tenemos todos nosotros, que debemos de acercárselo y hacérselo entender. Yo personalmente me aficioné a la tauromaquia en los carteles que se programan en verano en el coso de la Calle Alcalá, acercándome a los aficionados veteranos y escucharles con muchísima atención todo lo que decían. Esa actitud personalmente yo no la estoy viendo en estas nuevas generaciones, pero lo más complicado lo hemos conseguido y es que por lo menos hayan querido sentarse a presenciar una corrida de toros (una cosa que mucha gente en la sociedad actual, lo ve como un delito).
No me ha gustado nada la tensión en los tendidos, que ha habido en muchos de los festejos. Muchos medios de comunicación, han criticado a cierto sector de la afición de Madrid, por su exigencia y rigor. No entiendo porque quieren implantarnos un carácter “dócil” y “triunfalista”, algo que a lo largo de la historia nunca ha caracterizado a la afición de la plaza. Cada plaza ha tenido siempre su personalidad y yo personalmente ahora veo a la afición de Madrid mucho mas mesurada y con control (si comparamos el tendido 7 ahora, con el de hace veinte años, ahora somos “Hermanitas de la Caridad”. He acabado hasta las narices de los “isidros” con el gintonic en la mano, que nos mandan callar de manera desairada, de los que nos mandan a la policía cuando ejercemos nuestro derecho de libertad de expresión (Gonzalo, eres un pésimo presidente, ojalá te quede poco ahí arriba), de ciertos comentaristas que desde la televisión nos critican sin darnos opción a defendernos,… por no hablar del bochornoso espectáculo que hemos dado con los ¡Vivas España, al Rey, a la República, etc.!, dando sensación de estar más en un mitin político que en una plaza de toros.
Pero no todo van a ser críticas a la afición madrileña. Cómo se entrega el público en su totalidad, sean o no aficionados, cuando se realiza el toreo de verdad, todavía recuerdo los silencios que se crearon durante la maravillosa faena de Pablo Aguado, lástima no rematada con la espada. La fortísima ovación que se le propinó a Manuel Jesús “El Cid” de la que ha sido su plaza (en el año de su despedida) y la vuelta de Paco Ureña, después del gravísimo percance de Albacete (en la Feria de Abril esto pasó totalmente desapercibido, bastante tenían con las sevillanas y vestirse de flamencas). Y no quería olvidarme del reconocimiento que cierto sector de la plaza, le dio a un gran ganadero como Fernando Cuadri, que deja la ganadería a sus sobrinos, lástima que la corrida no estuviera a la altura. Gestos como estos, es muy complicado verlos en otra plaza que no sea Madrid.
Ha existido mucho triunfalismo a lo largo de todo el serial, en gran medida esto es debido a que el público asistente ha sido muy volátil, los únicos fijos éramos los aficionados. Esto ha provocado que el criterio de exigencia haya cambiado de unas tardes a otras, consentido por la mala actuación de los presidentes que no tienen un criterio unificado.
Otros de los factores que pueden derivar a este triunfalismo, es que en algunos ámbitos se ve a la fiesta amenazada por las prohibiciones. Y mucha gente aficionada, pueden preferir el “triunfalismo” y que se hable bien del espectáculo, antes que criticarlo o exigir rigor. Yo estoy de acuerdo con que hay que tener rigor, pero no podemos confundirlo con la intransigencia. La exigencia debe estar basada en conocimientos, en la equidad, no una intransigencia basada en vicios, favoritismos, tópicos, ideas prefabricadas, etc.
Mucha gente me dice que le pusiera “nota” a la actuación de Simón Casas, yo me niego a ello. Ya que entiendo que las valoraciones hay que hacerlas a final de año, no olvidemos que Madrid es una plaza de temporada y todavía queda todo el verano y la feria de otoño.
Con esto he querido hacer un breve análisis, pero sin tocar en ningun momento el tema de triunfadores, ganaderías, el gran número de toros que se han ido con las orejas puestas, la pésima actuación de los presidentes, etc. De eso ya se ha encargado mi amigo Antolín, que lo realiza muchísimo mejor que yo.