Por Jean-Charles Olvera - España
El lote impecable de lámina de El Montecillo no tuvo motor alguno y aplomó desesperadamente la tarde en la Goyesca comunitaria.
Y parafraseando el título irónico de una serie de televisión en el cual aparecía la palabra “tetas”, en los toros, sin motor tampoco hay paraíso.
Entretenida y colorida tarde goyesca... hasta que salió el toro
Y nada de nada. Aunque la terna madrileña puso voluntad, aplicación y profesionalidad, los 2 primeros diestros que fueron Fernando Robleño y Javier Cortés pudieron apenas y con penas sacar agua de un pozo seco. Méritos tuvieron y para nosotros siguen con crédito total para regresar a este albero.
Por lo menos saludó al tercio Robleño tras pasaportar con media efectiva al castaño abreplaza, al que toreó esforzándose y mandándole, concluyendo con 2 firmes derechazos finales. Este torero, de los mejores y más menospreciado de la baraja taurina actual, necesita un toro más encastado.
Muy profesional estuvo Javier Cortés con un toro desrazado al que pudo sacar una buena serie por naturales que emborronó tras fallar con la espada. Sin opciones con el parado 5º. Silenciado en ambos.
El que si salió más airoso de la tarde fue otro espada, el fuenlabreño justamente llamado Francisco José Espada, que tuvo gran parte de los tendidos de sombra aupándole. Bien con el capote y muy valiente en la faena poniéndose entre los pitones del desrazado 3º. No consiguió ligar series, pero sacó pase a por pase, de los que un improvisado pase por detrás fue de lo más aclamado, previo a las finales manoletinas ceñidas. Concluyó con pinchazo tendido y una entera que levantó ánimos para una petición minoritaria de los 18.329 espectadores que cubrían la plaza, saludando finalmente el diestro al tercio.
Lo mejor vino con el imponente cierraplaza, negro bragado meano, el único que no fue pitado y que oyó palmas en el arrastre. Permitió el lucimiento en banderillas de 'Candelas' y de Pascual Mellinas. Se la jugó Espada al hilo de los pitones, pero sin mandar por la diestra en un pitón complicado que remataba por los adentros. Gustó más en ese mismo terreno en las últimas series con la zurda, aunque despegado, pero no fue suficiente y oyó división final entre tendidos cercanos del 7 y 8. Mató mal de 2 pinchazos y entera contraria, de lo contrario la mayoría estaba lista para sacar pañuelos.
Ese último toro y la valentía de Espada, como la profesionalidad de Robleño y de Cortés, fueron las únicas notas positivas de una Goyesca aburrida por culpa de un lote de preciosa lamina pero descastado, tarde en la que faltó más motor a los toros y más gasolina al cierraplaza que la que le dio Espada. Porque en los toros como en los coches, sin motor no hay paraíso.