Por Jorge Eduardo - México
La paradoja de ver nacer a un torero y constatar al mismo tiempo la incapacidad de que surjan más, causa preocupación.
Eso marcó a la tercera novillada de la temporada en curso en la plaza de toros Arroyo. Mientras que Bruno Aloi lució más que sobrado con el novillo que le tocó en suerte, sus compañeros pasaron apuros para dejarse ver ante la afición capitalina.
Jesús Sosa es, quizás, el más solvente de los tres hechos en México. La labor del tlaxcalteca tuvo varios momentos de regusto con el capote y la muleta. El temple es su carta fuerte y con él entusiasmo a parte de la afición que se dió cita en el pequeño coso.
Sin embargo, se echa en falta una mejor estructura taurina que dote de redondez sus actuaciones. El novillo, del hierro Palma del Río, fue el mejor de los cuatro. No obstante, manseó al final de su lidia, por lo que a Sosa se le complicó entrar a matar.
Hidalgo García se las vió con un novillo de La Venta de Romero que solo tuvo condiciones —pocas— para el toreo de muleta, resultando un chasco en los otros tercios. El chaval con base en ponerse en el sitio aprovechó las pocas embestidas de la res y nos hizo sentir su disposición y sus ganas de ser.
Un toque de pinturería sazona el quehacer de taurino de Emiliano Robledo. En su toreo subyace el momento de plasticidad, el detalle de torería, el sabor del arte que siempre agradecerá el aficionado.
Le tocó en suerte el comodísimo cárdeno de Palma del Río, que harto contrastó con el astifinísimo segundo de la tarde. Si bien este se empleó un poco más, tampoco le tapó el ojo al macho de una temporada en la que ha predominado el descastamiento. De la imaginería con el capote al reposo con la muleta, vimos buenas cosas del chaval Robledo ante una res que embistió tirando cabezazos. Al final, completamente acobardado, el novillo se refugió en tablas hasta que sonaron los patibularios tres avisos.
En cambio, para Bruno Aloi, venir a lidiar un novillo de Pepe Arroyo fue casi como jugar al toro. Al abrirse de capa, un exceso de confianza del novillero lo llevó a adelantar la suerte en el remate a una mano y a visitar los aires. Pero, en adelante, la suficiencia técnica del capitalino tomó forma de un dominio avasallador de los terrenos del toro en los que él quiere estar, de entendimiento de las condiciones del novillo y de imposición de su concepto taurino.
Muy en corto, casi metido entre los pitones, fue que Aloi hizo una faena por demás intensa. Si el núcleo de la misma fue el toreo por derechazos, por la izquierda vinieron los momentos más emocionantes de su labor. En ella siempre estuvo presente la sensación de que estábamos viendo a un torero técnicamente muy superior a su oponente y a sus alternantes.
Luego de la estocada, vino la petición y dos orejas que, para el gusto de quien esto escribe, fueron exageradas. También, para mi gusto, Bruno Aloi está en un sitio tal en que este compromiso, antes que un reto, fue un día de campo para él.
Bruno Aloi, aventajado
En adelante, habrá que ver el rumbo que toma la carrera de Aloi y la apuesta por él que hagan los empresarios de México. Naturalmente, su teatro de guerra no estará en nuestras plazas, sino en las españolas, donde seguirá adquiriendo esas condiciones arrolladoras que hoy detenta. Pero también subyace el eco de las desigualdades de la fiesta, del desinterés por concretar taurinamente a los talentos desprovistos de los medios para tener una trayectoria como la del joven Aloi.
De tal modo, pues, aunque el surgimiento de un torero es un evento para congratularse, la incapacidad de la tauromaquia en México para construir más toreros con ese salto de calidad en cuanto a lo técnico y, en consecuencia, en lo artístico, pone los pelos de punta.
En otros frentes. En Atitalaquia, Hidalgo, nuestros amigos de Overdose de Arte ofrecieron un festejo al que me fue imposible asistir. Sin embargo, sí puedo reseñar los triunfos de Ángel Lizama "El Palo" y Luz Elena Martínez. Completaron el cartel Arturo Soto, el local Gerardo Hernández que cortó una oreja y el becerrista Salvador Santoyo que dió una vuelta al ruedo. Hubo muy buena asistencia.
En Sevilla, Julián López Escobar, el famosísimo Juli se despidió del toreo. Hasta donde se sabe, este retiro es temporal. Ya lo sabremos a ciencia cierta. De la despedida cabe destacar las extraordinarias verónicas de recibo al quinto de la tarde y los guiños a la afición de nuestra ciudad. En el segundo toro, un brindis por nosotros. Y en el otro, la vuelta al ruedo con la oreja en una mano y la bandera de México en la otra.
En fin, adiós al Juli. ¿Ahora quién podrá defendernos?
También quedó ahí la faena de Daniel Luque. ¿Por qué el sevillano no es una gran figura del toreo con todo el bombo y platillo mediático detrás de él? ¿Por qué será...?
Galería de fotos de Arroyo en #LaSuerteSuprema: http://lasuertesuprema.art.blog/2023/10/02/aloi-una-milla-por-delante-de-sus-pares/