Por Jorge Eduardo - México
El examen fue hacerle faena a toros débiles, descastados, parados y mal presentados. Solo Isaac Fonseca pudo llenar la escena; Llaguno, Lagravere y Gutiérrez se quedaron en el intento.
Tan malos los unos como los otros, los dos de Marrón (1º y 2º) y los seis de Vistahermosa dieron al traste con un cartel muy atractivo, en el que se antojaba una auténtica pelea de jabatos por subírsele a las barbas uno al otro de los jóvenes toreros que partieron plaza en el ruedo de Texcoco.
Para más INRI, Leonardo Campos, el gran subalterno, presidió la corrida con la idea de reventar el orejómetro, ominoso oráculo tras el que se escuda la cruda realidad de una tauromaquia desvencijada, a la que intentan dar soporte vital con el paliativo de fotitos de vueltitas al ruedo y saliditas en hombros por doquier en el paisaje de feisbucs e instagrams que hablan de toros.
Juan Pablo Llaguno tuvo una tarde aciaga a pesar de sus empeños y su disposición. Poco toreado, plantó cara a la dificultad del abreplaza, un ejemplar medianamente presentado, débil y soso que buscaba las tablas. No acertó con el acero y volvió a la barrera en silencio.
Con el séptimo pudo desempeñarse con más desahogo, pero sin éxito tratando de conectar con el tendido. Su trasteó se alargó en demasía tratando de jugarse la última carta, misma que no redituó luego de complicarse mucho con la toledana y el descabello.
André Lagravere cosechó el reconocimiento del respetable con el segundo de la tarde, que acudía con calidad por el pitón derecho pero sin fuerza ni atisbo de fiereza. Sin romper a una gran faena, El Galo pudo entonarse y echarle variedad. Luego de una estocada entera pero ineficaz, la autoridad aflojó una oreja que sembró la desconfianza entre los aficionados.
El sexto se despitorró mientras que las cuadrillas de la nueva Asociación –que no repitieron la buena tarde anterior– trataban de cerrarlo en el burladero de recibir. El toro, que pudo ser otra cosa, salió notoriamente lastimado del golpazo sin que la autoridad lo devolviera. El Galo pagó los platos rotos.
No menos cuesta arriba le rodaron las cosas a Héctor Gutiérrez, a quien Campos le hizo el flaco favor de regalarle una oreja por medio hacer la estatua frente a un animal sin embestida ninguna y que tuvo que lanzar al suelo con un cabreo justificado.
Sin brindar, El Goofy pudo alargarle un poco más el trazo con su personalísima estética al séptimo de la tarde, pegándole algún natural suelto y sentido llevando al toro muy a media altura. La cosa no pudo ir a más por la sosería absoluta de la res por el lado derecho y, con la espada, el acabose.
El jueves pasado, en el parque Hundido, me encontré con un Isaac Fonseca que, recorriendo por sus propios medios el leviatán urbano –como llamó Diane Davis a esta aglomeración humana a la que tanto amamos–, abrió las puertas de su sentir personal, vivencial y profesional. Un chaval de a pie, recorriendo al monstruo cual juglar cantando su propia gesta, o tal vez como Diógenes con su lámpara, despojado de toda ostentación buscando seres humanos de su categoría.
Lo que platicamos está disponible en tres videos, que están a disposición de toda la afición.
Ya nos adelantaba el michoacano que en una plaza como Texcoco, donde el ambiente taurino ha venido a menos, era imprescindible salir a por todas. Puesto de rodillas, Isaac casi irracionalmente se dejó pasar a la res por la hombrera, por la cara, en franca declaración de intenciones.
La faena del cuarto, una res débil y parada, tuvo la característica de basarse en un toreo encelando y haciéndose de la defectuosa embestida del animalillo a la vez que sintió e hizo sentir. Templar, alargar el trazo y hasta cite psicodélico, todo en favor de la mortecina res, que acabó repitiendo.
Ya bajo el listón, cayeron dos retazos de toro que, visto lo visto, fueron lo de menos.
Un reunido natural de Fonseca
El cierraplaza ofreció algo más de fijeza y de prontitud, pero mejor ni hablar de recorrido, fondo o fuerza. La faena de Isaac fue de esencias, no le vimos cantidad pero sí rotundidad con sus procedimientos, con su hacerse del toro, con su cabeza de pasarse la muleta a la izquierda y desgranar un concierto de menos a más a partir de una tanda de naturales ligada y precisa.
La estocada, perfectamente ejecutada pero no particularmente eficaz. Cómo habrá estado la cosa que, cuando Isaac se prestaba a descabellar se hizo un silencio tremendo al verlo preparar la suerte rodilla en tierra, algo que no caracteriza a una plaza como la de Texcoco, más bien bullanguera. Finalmente, el amorcillado bicho se movió y dobló sin necesidad del verduguillo.
Las orejas y el rabo, un cotorreo del juez Leonardo Campos que, intentando apoyar –quiero creer— a los toreros, los perjudicó toda la tarde. Lo que no es de cotorreo es lo que ha hecho Fonseca en las plazas mexicanas que, con algo de suerte, será un heraldo de un mejor mañana para la fiesta.
La entrada sobrepasó los dos tercios de plaza, aunque mucho del público, poco habituado a las corridas de toros y proveniente tal vez de las filas sindicales que dirige el empresario Haces, abandonó los tendidos antes de tiempo. No es fácil cultivar la paciencia para maratones como estos.
Galería de la corrida en #LaSuerteSuprema: https://lasuertesuprema.art.blog/2023/01/22/solo-fonseca-paso-el-examen-con-excelencia-en-tarde-de-orejerio-sin-importancia/
Enlace a los videos de la entrevista en #LaSuerteSuprema:
Primera parte de la entrevista con Isaac Fonseca: https://www.youtube.com/watch?v=HN1e94RJzbM
Segunda parte de la entrevista con Isaac Fonseca: https://www.youtube.com/watch?v=x2D2_0KNHSM
Tercera parte de la entrevista con Isaac Fonseca: https://www.youtube.com/watch?v=WFvnfTz0PVY