Por Jorge Eduardo - México
Con el aldabonazo del sábado en Tlaxcala nos vamos dando cuenta de quién es Isaac Fonseca. Comienzan a surgirle competidores. En La Florecita, una deslucida novillada opaca el olor a futuro.
Un fin de semana en el que por aquí y por allá hubo toros, interés, entrega, pero sobre todo el fuerte contraste entre formas de hacer, o intentar hacer supuestamente, fiesta brava. Mientras que todo el mundillo se recrea en sus opiniones sobre la última corrida de la Feria de Tlaxcala, en torno al brevísimo Julitour de estos días se habla de todo, menos de lo que pasó en el ruedo.
Isaac Fonseca reapareció luego de su encerrona para encender las más apasionadas polémicas. La tacita de plata del centro de Tlaxcala se llenó hasta el atrio del ex convento de San Francisco para observar el primer agarrón entre el purépecha y el lagunero Arturo Gilio. Por delante, y cobijado por sus paisanos, un Sergio Flores que ya no se cuece al primer hervor y que firmó una actuación sinceramente anodina con todo y oreja en la espuerta.
Los toros primero, quinto y sexto de Reyes Huerta aparentaron cubrir la edad reglamentaria, mientras que segundo, tercero y cuarto lucían un aspecto juvenil, a pesar de lo cubierto y delantero de defensas del segundo del lote de Flores, que fue duramente protestado.
En todo caso, cabe resaltar que, más que dejarse llevar por la fachada, es imperioso reconocer a cada toro por su origen, de manera que se pueda hacer un mejor juicio sobre su presentación. Aguas, porque la domecquización viene con todo para apantallar a quien se deje dar gato por liebre.
Lo anterior perfectamente puede extrapolarse al juego de los toros. Porque a unos marrajos buscones con sentido como los del lote de Fonseca, lo más conducente según algunos es mal darles dos o tres trapazos por la cara y a meter la espada como mejor designe la suerte. Ponerle los muslos y el corazón a la dificultad es estar verde, volverse a poner en dónde el torero sabe que su única defensa es su técnica, e incluso ganar más pasos hacia el pitón contrario, es decepcionante.
Algunos no entendieron lo que estaba pasando, a pesar de la tensión en la plaza, de lo palpable que era la emoción hasta en algunos vendedores, del grito aquel que se desgranó del tendido de sombra implorando “ya mátalo”, al que un Fonseca desconcertante, frío cual superhéroe pero tierno como un niño, respondió con un “orita lo mato” pronunciado casi susurrado de tanto desparpajo.
Eso fue durante la lidia del segundo de la tarde, el grito aquel no fue una protesta sino una imploración. Seguir poniéndose delante parecía absurdo, irracional, hacerse carne de toro a cambio de muy poco. Pero no para Isaac, concentrado en su arrimón de órdago, decidido a seguir confrontando a aquellos que pagaron una entrada por verlo, a tocarlos, a conmoverlos.
A varios les pareció que la falta de pirotecnia fue en desmedro de su buen gusto. Echaron en falta las dosantinas, los cambiados por la espalda sin ton ni son, poncinas, zapatillazos, manoletinas y demás alardes. No, a Isaac lo prendieron los toros o bien intentando el toreo en redondo y por abajo o bien cuando demostraron que la fijeza no estaba entre sus cualidades. Jugándosela, pues.
Isaac Fonseca, tan deseado como discutido
Si eso fue con el más o menos potable segundo, que tan pronto volvía cuando le remataban por alto y que fue intratable primero por el lado izquierdo primero y después por el derecho, cuantimás con el morucho quinto. Un verdadero galimatías que buscó al torero por arriba todo el rato, corto y deslucido pero con muchos gatos. El saldo fue de una voltereta y un derrote que le produjo una cortada en el pómulo que sangró profusamente.
Igual le alargó el trazo a este toro también al natural para gusto y disfrute de tirios y troyanos, si es que lo supieron ver. Mientras seguimos esperando a que quienes señalan a Fonseca nos presenten al que le ligue diez muletazos a un toro como este, preferimos ver más toreros verdes de su estilo. Huelga señalar que la espada lo privó de cortar quién sabe cuántos premios de frenesí orejero.
Arturo Gilio, la otra cara de la moneda, coahuilense, de posición económica acomodada, rubio, hecho a la manera de los toreros de recursos económicos de ayer y hoy, vestido de la aguja, sin esa simpatía casi natural de Fonseca, que tampoco es un dechado de gestos y ademanes pero la tiene. El norteño es en cambio de percha arrogante, casi antipática. Su atractivo tiene, eso seguro.
El tercero fue el toro de la corrida. De menos a más, encastado, con transmisión, con fuerza, motor, recorrido, pero exigente. Había que mandarle mucho y ponerse por encima de él, nada fácil para un chico con una semana de alternativa, que se tiró a matar bastante pronto, con el toro apretando hacia las afueras y el hocico cerrado. Se llevó un achuchón en el volapié, naturalmente. Le premiaron con una oreja benevolente.
El sexto además atesoró la nobleza bonancible que hizo muy solicitados a los toros de Reyes Huerta. Un Gilio con menos problemas enfrente, descuidado de la posible cogida, pudo gustarse en los derechazos largos y templados, elegante la figura y fino el trazo, seguro el matador y pulcro su quehacer. Esta fue la faena mejor estructurada de la tarde, culminada con un estoconazo y la única merecedora de un premio de peso.
¿Será Gilio la contraparte de un Fonseca que levanta pasiones y echa chispas allá a donde va? ¿Será el que acarreé la otra media plaza a los tendidos? Seguro que todos los empresarios se lo están preguntando si es que les funcionan las neuronas. Si esto ha dado de hablar el primer encontronazo con Gilio, qué nos espera cuando colisionen con Héctor Gutiérrez, con Diego San Román, con Leo Valadez, Miguel Aguilar o José María Hermosillo. ¿Estamos, quizás, en la antesala de una gran época de la tauromaquia en México?
Siguió en La Florecita el serial novilleril de Campo para Novilleros, proyecto de la asociación de ganaderos. Lamentablemente, entró aun menos gente al coso que el otro domingo, por lo que la gélida tarde tuvo además un toque fúnebre. Sobre los factores que alejan al público hablamos la ocasión anterior.
La novillos en concurso de ganaderías, bien presentados para la ocasión, acudieron al caballo en dos ocasiones como debe ser en un festejo de este tipo. En la muleta dieron menos juego que los de la semana pasada, dificultando el actuar de novilleros inexpertos, pero que le pusieron entrega.
Las procedencias fueron, según el orden de lidia, Caparica, Chinampas, Boquilla del Carmen y Santa Fe del Campo. El tercero de la tarde fue declarado vencedor del concurso de ganaderías.
Abrió plaza César Pacheco, quien le puso disposición, valor y buenas maneras. Se le vio el mayor rodaje de entre los dos toreros, a la altura de un deslucido abreplaza y entrándole al reto de hacerle faena a un muy rematado cuarto. Desafortunadamente, se llevó una cornada en el paladar y no pudo dar muerte al segundo del lote.
No desmereció Emiliano Robledo, que de porfiar acabó por ligarle buenos derechazos al segundo, antes de que decidiera ya no humillar. Cortó una oreja. Con el sexto le echó habilidad para hacerse de un duro cierraplaza que a la postre se paró y le dificultó las cosas, sobre todo en la suerte de matar.
En otra sintonía completamente, Julián López hizo un Julitour de pisa y corre por plazas mexicanas. Tres fechas en tres días: Monterrey, Pachuca e Irapuato. La tónica, precios estratosféricos y plazas medio vacías o medio llenas, según el optimismo de cada quien. Su lugarteniente fue Diego Silveti, quien le acompañó en dos paseíllos y de cuya tauromaquia (o falta de ella) se ha discutido hasta el aburrimiento estos últimos diez años.
Esta es la forma rancia de hacer fiesta brava. Elitista, frívola, vacía de propuesta y que descansa sobre nombres más cercanos al retiro que a llenar una plaza. Y si encima se lidian “toros” más chicos que los novillos de La Florecita como ayer en Irapuato, pues el asunto está jodido. La fiesta se está moviendo y este fin de semana fue su confirmación práctica. ¿Las empresas (particularmente la empresota) estarán a la altura, o se quedarán atrás? Por lo menos nos estamos ahorrando la pena de ver a la Plaza México del lado equivocado.
Galería de fotos del sábado en Tlaxcala en #LaSuerteSuprema:
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