Por Jean-Charles Olvera - España
El cierre de esta larga temporada en Las Ventas lo fue con tarde apoteósica y eufórica en los tendidos, con dos salidas a hombros, del torero de esta década y del que nadie esperaba.
El torero de esta década es el peruano Roca Rey, modernista, joven, simpático y alegre, que esta tarde también nos hizo su toreo efectista, populista y popular que conecta con las masas y la juventud.
Roca Rey esperaba una nueva puerta grande venteña para culminar una temporada excepcional cuya cima personal fue su hazaña en Bilbao. Y finalmente la consiguió. Tiene esa tenacidad, profesionalidad y facilidad ante el toro y un afán difícilmente superable de triunfo. En sí, se parece a otros grandes deportistas que también marcaron época.
En Las Ventas fue esta tarde el mismo Roca Rey para el aficionado que el que vemos regularmente triunfar como metrónomo en plazas de segunda.
Inició con su tradicional pase cambiado por la espalda al tercer sobrero de nombre Jaceno, que sustituyó a dos inválidos de la misma ganadería de Victoriano del Río. Un toro entipado búfalo, de 615 kilos, que resultó ser noble, alegre y con fijeza. Siguieron series con mando y cambios de terrenos que provocaron algarabía en los tendidos, aunque con un final embarullado por bernadinas que ninguna resultó, pero poco importó a los que le jaleaban. Mató de entera, recogiendo dos orejas con alguna división, sobrando una pues la faena en su conjunto nunca alcanzó la profundidad de cualquier otra merecedora de tales trofeos en Madrid. Pero así lo pidió parte de la afición y de los espectadores que cubrían totalmente el aforo. Triunfalistas.
Poco más al sexto pudo Roca Rey al que tuvo que cambiar turno por una lesión en la mano izquierda, sintiéndose incómodo y matando mal, pero sin impedirle salir a hombros. Sin lugar a duda, este torero peruano se consagró con este triunfo, como el torero popular de la década 2020.
El que nadie esperaba entre el huracán peruano y el pálido extremeño Talavante, quien esta tarde se hundió aún más (bronca y tres avisos al cuarto) tras su naufragio final de San Isidro, fue un joven torero madrileño, Francisco de Manuel, natural de Colmenar Viejo.
En sus dos toros (tercero y quinto) se le notó solvencia, sitio, temple, hondura y profundidad. Tanto con el capote como con la muleta. Nada de frivolidades en este torero. Destacaron soberbios naturales y una faena con sentimiento al quinto rematada por una gran estocada y una petición pletórica a la cual el palco no dudó en sacar casi directo los dos pañuelos, una forma de responder al error previo de la segunda oreja de Roca Rey.
Una grata sorpresa deparó finalmente en este cierre de temporada en Las Ventas. Francisco de Manuel, como Ángel Téllez en San Isidro, vienen de las mil batallas, de las dudas, del apoyo de los suyos y de jugarse el pellejo en los pueblos madrileños en los cuales poco se regala. Pero aquí están ahora estos dos toreros.
Y esta tarde bendita le tocó el turno a Francisco de Manuel, al que nadie esperaba, saliendo con Roca Rey, el torero que marcará década.