Por Jean-Charles Olvera - España
Tardaremos mucho en reponernos del bochornoso espectáculo que dieron los borrachos que la tormenta eléctrica despertó y que arrojaron sus cojines aún con toro vivo y con Paco Ureña y su cuadrilla jugándose la vida.
Insensatez total. Falta de cultura taurina sin lugar a dudas.
“Que si en México hacen cuando están contentos, etc.”, como algún comentarista del canal privado dijo más o menos según lo reportado. Otro disparate de los inefables, como para justificar tanta estupidez.
Señores, ¿qué se creen?, ¿que vindicando así a estos pijos borrachos post pandémicos evocando a la afición azteca, se saldrían con las suyas?
Vergonzoso espectáculo en Las Ventas a modo de celebración. Foto: Cultoro
No señores, cuando lo hacen nuestros hermanos aficionados, arrojan el sombrero mexicano y no la almohadilla, y la hacen con esa bizarría, gallardía y clase taurina al finalizar una tanda de esas que levantan a los aficionados de sus butacas. En la Plaza México, en el Nuevo Progreso de Guadalajara y en la Monumental de Aguascalientes. Lo hacen para adornar el sentimiento y la belleza de un excepcional momento taurino vivido en comunión.
Es romanticismo, muy muy lejos de lo lamentable sufrido ayer en Las Ventas. Arrojar así esas almohadillas a toro vivo en las cercanías de los tendidos 5 y 6, además de ser peligroso para los que se juegan la vida, fue vivido como el último ultraje para los fieles aficionados.
Encima de tener que soportar el actual impresentable toro que sale de los chiqueros venteños (ayer fue el colmo…), ahora nos toca soportar a los bebidos del “gin-tonic, jotabé, etc.” y otras bebidas euforizantes que mezclan con porros y coca. Destrucción física, decadencia moral.
Como si todo fuese orquestado para echar a los últimos mohicanos de la plaza y reemplazarlos por el borrego público de masa fiestero post pandémico, el mismo que soportamos en tantas otras plazas, de primera incluidas.
Algo así explica que los del 7 (sí, esos malos del cuento revisionista que estorban a la Ndrangheta local), fuesen los únicos que gritaron al unísono “¡¡fuera, fuera!!” a los cretinos que seguían echando eufóricos las almohadillas desde el 6, poco antes de la salida del cierraplaza.
Bochornoso espectáculo final tras una tormenta eléctrica que alocó a los ineptos. Almohadillazo vergonzoso que esta plaza tardará en curar. A menos que recapaciten los que están al mando. Tal vez ellos también tendrían que dejar de lado "el gin-tonic y la coca" para dejarnos ver toros, que a eso venimos con respeto cuando vamos ritualmente a Las Ventas.