Por Jorge Eduardo - México
Platicarle que la novillada de Marrón fue muy buena sería engañarle. Pero sí tuvo peligro, y por lo tanto, emoción.
La tercia de novilleros se vio obligada a jugársela y lo hicieron sin cortapisas. Tres buenos prospectos, que se verán en muchos aprietos buscando el estirón que los coloque en el nivel de figuras del toreo, al que no todos están llamados a alcanzar. Sin embargo, demostraron que son plenamente capaces de ofrecer un espectáculo distinto, un espectáculo mejor.
Héctor Gutiérrez, quien tomará el próximo domingo una alternativa cuya pertinencia parece discutible, está en un buen momento como torero. No obstante, parece que romper su apoderamiento con la empresota le costó una mejor proyección de cara a su gran compromiso, al que tres o cuarto tardes como la de este domingo le hubieran dotado de otro cariz. En cambio, le espera picar piedra en los despachos desde el día uno.
El Goofy, ya veterano en las lides novilleriles, consiguió hacer ese toreo tan suyo, de esa estética propia de las dimensiones de su cuerpo que quizás no sea un dechado de proporciones elegantes, pero sí de temple y largueza. El abreplaza fue quizás el novillo más claro de la tarde, franco en sus embestidas, aunque ya tiraba cabezazos hacia la primera tanda de las ene mil manoletinas que nos recetaron esta tarde. La estocada fue defectuosa, entre la seria dificultad que impuso el burel al embestir.
Durante la lidia del cuarto, dos estampas taurinas de categoría. Alfredo Ruiz "El Miura" aferrado de la rienda y decidido a no ir a dar al suelo de los lomos de un joven caballo recién introducido a la cuadra, y que dió el ancho por mucho. Al recuperar el control de la escena, un soberbio puyazo en todo lo alto estaba cuajado. Cristian Sánchez por su parte puso uno más de sus pares de banderillas al relance en la mera cara del toro. También en loor de triunfo el novillero, que sufrió dos feos arropones al entrar a matar. El segundo en especial parecía revestir gravedad, pero la estocada ahí quedó, hasta los gavilanes, y le valió una oreja.
Sebastián Ibellesse las vio en primer término con un exigente astado, sin disimulo en su intención de coger desde la salida. La brega sobresaliente de Adolfo Sánchez y la atinada lidia de Ibelles, permitió los momentos más brillantes de su actuación. Unos derechazos largos y al ralentí que llegaron fuerte al público capitalino. La estocada, también entre dificultades, fue muy delantera y coronó al toreo de pitón a pitón que abrochó la faena a un novillo que ya se había parado.
Con el quinto, mucho más aliviado y menos exigido, pero sin opciones de triunfo, Sebastián se entregó a citar en escuadra, casi escondiendo medio cuerpo, y a torear para afuera tratando de hacerlo de aquí hasta allá. La diferencia entre una y otra cosa es patente. Malos intentos de dejar el alfanje precedieron a una estocada que terminó con una actuación definitivamente sin redondear. También Ibelles tomará la alternativa el próximo mes.
Trincherazo de Julián Garibay
Julián Garibay fue una grata revelación. Claro que es un torero joven, verde, en proceso de aprehender el oficio, en el que sin embargo tiene avances significativos. Se desenvuelve en el albero con desparpajo, e incluso con arrogancia, pero no en el desplante soso e insustancial, sino toreando. Retando al público a participar de lo que está viendo. Abundan los chispazos en el toreo de Garibay, lo mismo unos molinetes en los que parece que no caben toro y torero, que los trincherazos mandones rematados en los ijares del toro.
La faena, si bien fue desaeada y acusando que el joven espada no domina aún por completo el toreo en redondo, no fue desordenada ni falta de estructura taurina. Lo más fuera de lugar fue aquel innecesario circular invertido cuya consecuencia fue dejar al aire sus más blandas estructuras musculares. Para terminar, las infaltables manoletinas. A pasto, lo mismo el fino que el basto, rimó en su tiempo José Alameda aunque entonces la sopa era de chicuelina.
El astado sorteado sexto, además de presentarse completamente sucio, tenía una pata visiblemente fracturada. Vino entonces el reserva, un novillo deslucido aunque en el tono de peligro que tuvo en general la corrida. Aunque sin llegarle al tendido, Garibay estuvo acertado haciendo de la embestida de un novillo que terminó completamente fijo en la muleta, y acudiendo obediente a toques y trazos. Pudiéramos decir un éxito taurino, aunque no artístico.
En resúmen, una novillada de José Marrón que sobrepasó las expectativas, sobre todo cuando el domingo pasado vimos una novillada suya tan mala. Pero también elevó el listón respecto a su nivel histórico, añadiendo movilidad, emoción, y peligro a su hato. ¿Será que al ganadero le agradan tales características, o fue mera coincidencia?
Amanecimos este lunes 22 de noviembre, día de mi onomástico, con la triste noticia del fallecimiento del inmenso maestro potosino Alberto Preciado Meléndez, que lamentamos profundamente. Nuestra solidaridad con sus deudos, familiares, y amigos.
Galería de fotos en #LaSuerteSuprema: https://lasuertesuprema.art.blog/2021/11/22/la-tarde-de-la-segunda-novillada-fue-de-emociones/