Por Jorge Eduardo - México
Recién el domingo pasado conocimos a un chico de Aguascalientes, conocido como “el Gorupo”, y anunciado en los carteles como Eduardo Romero, como me ayudó a reconocerlo mi amigo y viejo conocido de esta casa, Humbert.
Hoy, el menudito torero hidrocalido decidió no estar más entre nosotros. No lo verá más el jardín de Triana, ni entrenará más en la plaza de San Marcos, ni le esperarán las arenas ardientes de las novilladas matinales.
Decía de él que “logró momentos muy estéticos y quedaron claras sus intenciones taurinas. Con las banderillas también clavó lucido y expuesto. Entre sus deficiencias técnicas (en el sobreentendido de que todos los alternantes de una novillada de oportunidad tendrán, naturalmente, carencias), la más grave es el manejo de la espada, carencia a la que debe enfrentarse con mejor actitud para sobreponerse poco a poco”.
Ya sabría él que había de fondo en su actitud, de ese hartazgo al que se contraponían la orden de la autoridad de levantar al novillo, la instrucción de su apoderado, y la notoria condición de la res. Llamó poderosamente mi atención el contraste entre ese episodio y el resto de su actuación.
Y es que si bien califiqué a otro de sus alternantes como “el mejor librado”, el criterio de desempate fue lo menos tortuoso que resultó tirarse a matar para aquel otro joven. Romero puso los momentos de mayor calado de la novillada, en una actuación bastante avanzada en comparación con sus otros cuatro compañeros. Variada, expuesta, templada, en una palabra: torera. Ya aprenderá a sacar los brazos en la verónica, o a hacer la suerte de matar, pensé.
Pero no, algo en la vida —se rumora que no dentro de su vida taurina— no le permitió continuar en la brega. Valga un reconocimiento para ti torero, fue un placer conocerte, aunque fuera brevemente.
Desde Opinionytoros expresamos nuestro más sentido pésame a sus familiares y amigos. D.E.P.
Galería en #LaSuerteSuprema: https://lasuertesuprema.art.blog/2021/10/21/eduardo-romero-descansa-en-paz/