Por Jean-Charles Olvera - España
Ya era hora. Tras la reapertura de Las Ventas el pasado dos de mayo, regresaba ayer un festejo formal en la urbe madrileña tras la crisis sanitaria.
La Quinta, los cárdenos de Santa Coloma, una novillada internacional con cartel de novilleros de perfiles diferentes eran de por sí, alicientes de sobra como para dar una vuelta por la M40 y descubrir la plaza semicubierta de Leganés, allá en el sur de la comunidad de Madrid.
Los pupilos de La Quinta tuvieron diferentes condiciones y juegos, resaltando el 4º y sobretodo Recobero el 5º bueno, que nos permitieron olvidar la decepción de los 3 primeros. Por ahí desfiló Francisco Montero, un bravo novillero español curtido en sus mil tientas y capeas cuya madurez en edad desentonó con su propuesta lidiadora. El azar de la vida aficionada fue de volver a verlo en este sureño suburbio tras su presentación venteña con los saltillos el 25 de agosto 2019, la cual fue mi última novillada y las de otros antes del confinamiento. Solo por eso quise acercarme al coso, como si estos largos meses se borrasen de una pincelada.
El Rafi y Recobero de La Quinta
Más cuajados fueron mi compatriota galo Raphaël Raucoule El Rafi y Leandro Gutiérrez el colombiano. Ambos novilleros tuvieron un aprendizaje idóneo. El Rafi con Camille Juan, el 51º matador francés y el caleño Leandro en la madrileña escuela taurina de Navas del Rey con David Adalid, que por cierto fue un gusto volver a ver, esta vez en la cuadrilla del caleño. Coraje y voluntad, técnica y sentimiento, altos y bajos tuvieron estos jóvenes talentos que volveremos sin duda a ver en esta temporada de transición. El Rafi y Leandro nos mostraron ese todo y esa nada que nos hacen querer regresar a ver toros y novillos y a compartir en español o en francés con tus vecinos de tendidos como lo pude hacer ayer, otro de los bonitos azares de nuestra vida aficionada, con Henri Tilhet (de Saint-Sever) uno de los grandes taurinos que tenemos en el suroeste francés.
Regresaremos a los cosos europeos como este viernes en Leganés; tal vez sin sol ni moscas, en plazas cubiertas o semicubiertas, con mascarillas y distancias, pero aun así, con esta pasión y estas emociones taurinas intactas, intemporales, de esas que te borran el tiempo con una pincelada.