Por J-Charles Olvera - Francia
Interesante festejo se vivió esta tarde en Bayona con 6 toreros diferentes que afrontaron 6 toros de encastes también distintos, sin que sea una corrida concurso como algunos lo comprendieron equivocadamente.
Original fórmula de corrida ya practicada aquí en el 2018, y bien se necesita de originalidad en la tauromaquia, pues dio a ver diversidad, lejos de la monotonía de los hierros del monoencaste y del sota caballo y rey de los carteles de toreros de los mismos de siempre.
La crítica que formularíamos sería que el cartel de matadores, mayoritariamente jóvenes (menos López Chaves) hasta muy jóvenes (Adrien Salenc y Dorian Canton), hubiera podido incluir algún diestro con bagage técnico y más tirón en Francia como un Emilio de Justo, idóneo poco antes de su próxima encerrona en Dax.
De toros, tres parecían más bien provenir de una limpieza de corrales de fin de temporada, y solo uno fue muy ovacionado en el arrastre. Este fue el quinto, terciado por cierto pero encastado de la ganadería de Los Maños (petición de vuelta con saludo del mayoral) que correspondió a Adrien Salenc como lo veremos más tarde.
Porque la corrida tornó en un rumbo peculiar en una plaza tan discreta y conformista como la de Bayona. Así es que cuando el mexicano Sergio Flores estoqueó al cornalón segundo de Valdefresno surgió una petición unánime, raro en Bayona, de dos orejas que finalmente el palco le negó (una sola cayó), con una bronca que se oyó de Burdeos a Bilbao.
Es que el apizaquense toreó excelentemente desde un inicio por chicuelinas espeluznantes hasta una faena con series de mando firmes por naturales y derechazos que nos pusieron la piel de gallina, y más viendo la peligrosidad del Lisardo.
El cuento hubiera podido quedar ahí. Pero no. El presidente Bernard Peytrin fue nuevamente protagonista tras el estoconazo certero de Salenc al quinto toro, el de la petición de vuelta de Los Maños, sacando de inmediato dos pañuelos que nadie pidió sino fuese una única y merecida oreja.
La actitud provocativa del palco fue tal que a la nueva bronca se le añadieron insultos, hirviendo Lachepaillet. “¿Queréis orejas?” parecía decir el palco, “pues ahí van...” como si de migas se tratasen para los pobres que sin dudas somos para estos de arriba.
Pero esto no es así. De lo que se trata cuando uno tiene la responsabilidad de subir al palco y de otorgar o no trofeos es de calibrar lo que ve, de analizar y de sintetizar arte y combate y el tríptico del parar mandar y templar. Flores no estaba para hacernos de Morante bis. Ni Salenc estaba ahí para que la presidencia lo use como pretexto en forma de excusa o de cabreo.
Como siempre aquí, son duros con los humildes como hoy con Flores y débiles con las figuras como ayer con la tercera oreja pitada para Castella, sin hablar de tantas otras más.
Lo que se pide en los tendidos es lo mismo que pedimos como ciudadanos. Se trata de obtener de parte de la autoridad un tratamiento con objetividad y equidad. Esa cualidad que consiste en no favorecer en el trato a una persona perjudicando a otra. Pero esta tarde fue desgraciadamente todo lo contrario.
Finalmente salvó ese ambiente tenso Adrien Salenc, regalando su segunda oreja a Sergio Flores en un gesto que le honra e invitándole luego a una vuelta final muy torera como para borrar esa falta indeleble.
Olé por este novel torero galo que apunta a mucho más y que esta tarde, además de su torería y sensibilidad, hasta restableció justicia y equidad para su compañero Sergio Flores que nos regaló a cuerpo limpio una faena de gran intensidad.
Ya queremos volver a ver a este par de toreros con casta y alma aquí la próxima temporada, y porque no en un mano a mano con toros de Valdefresno y de Los Maños... pero con otro palco, ¡señores!
Fotos: Matthieu Saubion