Por Jean-Charles Olvera - España
Si hubiera un premio a la peor corrida de esta San Isidro, la de esta tarde del Conde de Mayalde obtendría el trofeo por unanimidad del jurado.
No caben en esta crónica todos los defectos de los toros low cost del encaste Domecq que salieron de los toriles de la plaza, pero anotamos que fueron deslucidos, sin raza, sin transmisión, embistiendo al paso, con pereza, sin codicia, mansos, parados o rajados, apenas picados en varas, medio muertos al iniciar las faenas, desfondados y agónicos. Un esperpento de corrida. Literalmente una ‘anti-corrida’, con la penosa imagen de la muerte sin espada del sobrero de nombre ‘Extranjero’, que salió en 5º lugar al cambiarse de turno el 5º inicial por el invalido 1º. Este sobrero se echó paulatinamente al piso, totalmente fuera de servicio, tras algunos pases de rodillas de Ismael Martín en toriles.
Lo único destacable del festejo, porque esto no se puede llamar una corrida, fueron las tres portagayolas de Samuel Navalón al 3º y 6º y de Ismael Martín, poco inventivo, que le imitó al 5º. Esas portagayolas con recibo por largas afaroladas de rodillas, criticadas por algunos por considerarse como fácil recurso vistoso destinado en parte a entusiasmar al público neófito, fueron esta vez el único buen medio y solución al aburrimiento total de la tarde.
Navalón recibió así al 3º con una larga afarolada, dos verónicas y dos chicuelinas, la 2ª siendo tan ceñida que resbaló el torero, librándose por poco del toro gracias a un quite providencial de Agustín de Espartinas. Idéntico recibimiento fue el de Ismael Martín al 5º, terminando con garbo con una verónica de rodillas en los mismos medios. Y la última portagayola al cierraplaza de Navalón, concluida con dificultad por una serie de verónicas cerca de toriles, también animó los tendidos, pareciendo estar entonces viendo un festejo ‘divertido’. Estos fueron los únicos momentos destacables de la tarde.
Voluntariosos intentos de agradar cuando no hay otro material para ello
Después, solo fue un caos, entre banderillas a toro pasado del Fandi y del toricantano Ismael Martín en sendos lotes, faenas largas inconsistentes y toreo ventajista de la terna. Solo destacó, por decir algo, Samuel Navalón en su lote, toreando con más medida al 3º y arrimándose al descastado 6º, tan contento el valenciano de saludar al tercio milagrosamente, como si hubiese cortado una pelúa.
Como respuesta de los tendidos, se oyeron algunas palmas y ovaciones de los ocasionales, y alguna que otra actitud de resignación o de renuncia del tendido 7, cansado sin duda de los insultos cotidianos, y que esta vez apenas protestó el acapachado 2º, impropio de esta plaza. El sol pegaba fuerte a estos desanimados aficionados. Pero fue de ahí y del tendido 6 que se oyeron al final de este extravagante y espantoso festejo los silbidos que anunciaban que lo visto fue un desastre, concluidos con el grito de “¡un petardo!”.
Por cierto, y para los archivos, esta tarde era la confirmación de alternativa del salmantino nacido en Suiza, Ismael Martín, que lo hizo con el 5º inicial, que sustituyó al invalido 1º, y que se llamaba 'Descreído’. Pura ironía de nombre, pues sin ninguna fe en nada estábamos también, como tales descreídos sin fe ni ley al finalizar este dichoso festejo que vimos como lo que fue, una espantosa anti-corrida del Conde de Mayalde.