Por Jean-Charles Olvera - España
Si adicionamos las puertas grandes en Madrid de la terna de esta tarde, llegamos a nueve.
Seis para Miguel Ángel Perera, una para Paco Ureña y dos para Ginés Marín, que es como decir que son especialistas de este ruedo. Si añadimos a la ganadería de Fuente Ymbro, la que más lidió en Las Ventas estas últimas temporadas, teníamos todo listo para una tarde de garantía u otro gran Clásico en Las Ventas, entre toreros y toros, en un día tan sonado por lo del mismo partido epónimo del balompié.
Y como para los amantes del futbol capitalino, también esta tarde el resultado fue decepcionante.
Primero por el lote desrazado y descastado que nos envió Ricardo Gallardo, que en parte traicionó su quehacer tras tantos años intentando este criador crear un prototipo idóneo de toro completo, que en parte salía las temporadas pasadas en este coso, con toros de vueltas póstumas. Hoy no pudo. Dos de sus pupilos tuvieron además que ser cambiados por inválidos, aunque el primero se descordinó en un lance al capote de Perera. Esta vez, ni en capotes o varas, ni tampoco con la muleta cumplieron.
El único que lo hizo en el último tercio, excepción que confirma la regla, fue el mal nombrado ‘Amargado’, cuarto toro para Miguel Ángel Perera, que embistió con calidad y celo, pero por crudo que quedo en varas, casi sin picar. Los sobreros 1° bis y 5° bis de Chamaco, cinqueños, fueron mansos y rajados desde sus salidas de chiqueros. No es normal que para estas corridas generales, no se prevén toros de la misma ganadería titular y se escojan toros tan descompuestos y de peligro sordo como estos, impropios para la lidia por probables corraleados.
Si Paco Ureña poco pudo hacer en sus dos largas faenas, aunque siempre lo intentó pase por pase, terminó siendo pesado.
Ginés Marín tuvo mérito sacando algún pase al cierraplaza al que forzó el ritmo para que embistiera. Tras una gran estocada, dio la vuelta al redondel por su cuenta y con división, tras, eso sí, una cerrada ovación, la mayoría del respetable saliendo corriendo de los tendidos por el frio y las casi tres horas de presencia en esta plaza.
Lo más notable fue recayendo una vez más en Miguel Ángel Perera, pero con opiniones divididas. La faena que se anunciaba de dos orejas, de las triunfalistas, no pudo concluir tras un pinchazo, una media y una espada que hizo guardia. Caras de decepciones en el ocasional público dominguero que se citó esta tarde y que respondió mayoritariamente a la propuesta del estajanovista del toreo que es el torero extremeño. Perera dio un recital de pases cambiados de rodillas, de espalda, porfiando, pero de pocos quilates, si no una tanda por naturales. Una faena que respondía a lo que pedía el respetable del día. En esa lógica, el torero no defraudó a sus seguidores y cumplió a su manera. Pero en Madrid se espera más, por no decir mucho más.
En ese particular y en lo general, como en el balompié de las horas previas a esta corrida, este Clásico venteño también decepcionó.