Por Jorge Eduardo - México
Alarmantes intenciones en la Cámara de Diputados respecto a la fiesta brava. El domingo 17, la tercia tocó pelo en la corrida de rejones.
Desde el fin de semana lo sabíamos y lo comenté en este espacio. Ricardo Monreal, hasta hace poco antitaurino declarado, en su calidad de piloto de la supermayoría de Morena en la Cámara de Diputados, echaría a andar la reforma constitucional de protección a los animales que heredó el anterior responsable del Poder Ejecutivo. Bien, pues el martes la reforma se aprobó sin votos en contra, reservas ni modificaciones.
El otrora antitaurino tiene como su mano derecha a Pedro Haces, Don Bull, el taurino más notorio entre los políticos actuales en México. Al alimón, tanto el aficionado como el antitaurino han declarado que la fiesta brava “se revisará” y han hecho alusión a un espectáculo con “menos sangre” y hasta sin sacrificio del toro bravo.
Mientras que Monreal ha adoptado argumentos del discurso taurino para sustentar su nueva postura “moderada”, como la importancia cultural de la fiesta de toros en el Estado que él gobernó, Haces ha hecho eco de peroratas animalistas como que existe una abrumadora mayoría en desacuerdo con las corridas de toros. Esta pretendida mayoría nunca se manifiesta como tal, más allá de su éxito acaparando la agenda en torno al tema.
Así, pues, tanto Monreal como Haces han destapado una caja de pandora que puede tener efectos devastadores para cualquier actividad de aprovechamiento animal a pequeña o gran escala. La criminalización de las formas de vida de los ciudadanos de este país, tanto en un sentido pragmático como simbólico, sobre todo en nuestros pueblos originarios, puede estar a la vuelta de la esquina. En vez de hacer lo correcto y desoír a las voces totalitarias que no están dispuestas a ponderar la gravedad de sus pretenciones en el ámbito social, político, económico, cultural y ambiental, desean quedar más o menos bien con todo el mundo.
Echando mano de la fraseología política de nuestro país, bien podríamos traer a la mesa aquella adjudicada a Luis Echeverría Álvarez, sin mucha constancia de que así lo dijera: no somos de izquierda ni de derecha, sino todo lo contrario. Pues bien, los señores Monreal y Haces podrían decir no somos ni taurinos ni antitaurinos, sino todo lo contrario.
¿Qué sigue ahora? Pues que la reforma deberá pasar por la Cámara de Senadores. En el recinto del Paseo de la Reforma también rifa la aplanadora morenista, que hasta ahora ha aprobado los designios del Ejecutivo (anterior) sin cambiar ni una coma. Este estilo de legislar, antes que a un régimen de izquierdas progresistas, recuerda a las supermayorías priístas. Lo más probable es que esto suceda y la reforma quede plasmada en la Constitución próximamente.
Sin embargo, también hay algunas posibilidades, remotas pero ciertas. Es posible que esta reforma fuera prioridad en la agenda de Monreal, pero tal vez no tanto en la de Claudia Sheinbaum y se hagan del rogar para votarla. Gerardo Fernández Noroña será el operador de lo que pase en estos días. Se rumora que a situación en los adentros del cuadro político es de todos contra todos. Así que seguimos preguntando lo mismo que el sabio Raphael… Qué pasará, qué misterio habrá…
Evidente aumento de nivel taurino en la corrida de rejones de la Plaza México
Jorge Hernández Gárate, Guillermo Hermoso, Javi Funtanet y los Forcados Amadores de México y Évora pusieron a flote una tarde que hacía agua por los cuatro costados.
Un nuevo festejo, una nueva corrida temática. Ya de antemano se presagiaban inconvenientes por el estado del ruedo, anegado en algunas zonas para evidente disgusto de los rejoneadores. Luego de partir plaza, el elemento folklórico con danzantes, caballos y cantantes para los que se desplegó una producción que contrasta con el mal estado general del coso. Como paréntesis dentro del paréntesis, accidentadas labores de corrección del ruedo. Total, 45 minutos adicionales a la media hora de antelación que se solicita a la prensa para llegar a la plaza de paciente espera para ver un toro en la plaza.
Con este estado de ánimo vimos a Jorge Hernández Gárate tratar de entenderse con un descastado toro de José Marrón, antes de caer con todo y cabalgadura en la cara del toro de manera terrible. El potosino llamó a los forcados, quienes pegaron al segundo intento a pesar de lo crudo del toro y, afortunadamente, no se puso pesado con los aceros.
Con el cuarto, un toro noble que le permitió estar, Hernandez hizo gala de su estilo clásico clavando con acierto y elegancia. También le puso exposición toreando al estribo y ofició con acierto con el rejón de muerte. Cortó una oreja. En cuanto a los forcados, la pega fue la más templada y limpia de la tarde, al primer intento, casi modélica y sin sobresaltos.
Guillermo Hermoso de Mendoza inició su relación con la Plaza México con el pie derecho. Aunque ya había actuado en ella, por vez primera le tocó cargar con el peso de la tarde en la taquilla y en el ruedo. El segundo de la tarde fue el más parado de los marrones y Guillermo porfió sin mayor recompensa después de otro tropiezo. Un estupendo rejonazo le valió una cariñosa oreja luego de otra pega al segundo intento.
Guillermo Hermoso, triunfador en el orejómetro
Con el quinto, el navarro pudo desplegar su tauromaquia más cabalmente dada la acometividad del cárdeno. Guillermo recordó por momentos a la madurez de su padre, cambiando retadoramente los terrenos y templando al toro en distancias muy cortas. Su fuerte al clavar no fue particularmente la colocación de los fierros, pero igual la gente estuvo de su lado. Mató de pinchazo y rejonazo entero para cortar otra oreja.
La pega del quinto fue la mejor de la tarde, con una estupenda primera ayuda. Los despojos del toro fueron premiados con una vuelta al ruedo exagerada.
Javier Funtanet le puso candor a la tarde con sus quiebros, a veces con mejores resultados que otras, pero que emocionaron al público capitalino. El capitalino luce cierto verdor, pero también un magnetismo en su quehacer que le cambió la cara al festejo. Los fallos con el acero le privaron de tocar pelo. Los forcados pegaron al primer intento.
El sexto no fue definitivamente el mejor del encierro de Marrón, un toro parado y probón con el que Javier tuvo que pisar mucho los terrenos, aunque ahora solo consiguió un quiebro. Un rejonazo eficaz despertó una petición de oreja que se fue nutriendo hasta que la autoridad concedió el trofeo.
Entrada sobre el asunto político y galería del festejo en #LaSuerteSuprema: Ni taurinos ni antitaurinos, sino todo lo contrario – La suerte suprema