Con qué facilidad llamamos amigos a quienes solo han compartido con nosotros pequeños o grandes momentos.
En la escuela, en el barrio, en el trabajo, en actividades lúdicas… vamos compartiendo esos momentos y durante un tiempo hacemos amigos. Unos duran más y otros menos, pero a todos les denominamos amigos, quizá porque sabemos que es un bien preciado que a todos nos gusta cultivar… aunque sea solo un rato.
Por ello, llamar amigo de verdad sea una cuestión más difícil de saber, de definir, de encontrarle muchas y variadas raíces para que la definición no sea un capricho de momentos, de oportunidad, de días, de meses o de años.
Ese es el caso en el que enmarco a Luis, un amigo del alma como diría él. Un amigo cercano y lejano. Lejano en la distancia kilométrica que nos ha separado, él en un pueblo alicantino, Tibi, yo en Madrid. Cercano por todo lo demás… esa distancia era, y es, muy fácil recorrerla gracias al teléfono.
No sería descabellado decir que hablamos a diario, sin faltar un solo día, durante muchos años. Bueno, para no faltar a la verdad más absoluta, a lo mejor nos saltamos medica docena de ellos. Nos sabíamos de memoria el devenir diario de cada uno.
Y todo eso viene de lejos, desde los albores de los años ochenta del siglo pasado. Casi nada. Un amigo común, Gregorio Tébar, fue quien nos presentó y sin saberse muy bien la razón hicimos y cultivamos esa amistad desde entonces hasta hoy. Han pasado cerca de cuarenta y cinco años, habiendo sido inseparables, a pesar de la distancia descrita, siempre.
Fuimos capaces de compartir techo en muchas ocasiones. Al principio, en su casa, en el campo, junto a la huerta, cuando nuestros hijos eran pequeños. Qué tiempos más felices, donde llegamos a pasar semanas viendo jugar y crecer a nuestros vástagos. Un lugar de encuentro que siempre estuvo disponible para mi familia durante varios veranos.
Allí soñamos también, a la luz de la luna, con proyectos periodísticos taurinos, que finalmente vieron la luz cuando internet abrió una ventana por donde se colaron nuestros sueños y las ganas de veracidad en la información taurina. A los dos nos gustaba ser independientes y aprovechamos para serlo en opinionytoros.com. De esa aventura taurina han sido testigos miles de aficionados a lo largo de todo el mundo taurino.
2012, felices en Tibi. Opinionytoros era una apuesta consolidada y ganada
Ya en el siglo XXI fue mi casa segoviana el refugio para seguir dando rienda suelta a esa amistad y a nuestros sueños periodísticos. Ya sin niños, aprovechamos los encuentros para recibir a otros compañeros y amigos que secundaron opinionytoros. También disfrutamos de la presencia de algunos toreros que nos hicieron el honor de compartir paellas con nosotros.
Techos, a un lado y a otro, que han cobijado nuestra amistad durante tantos años. Familias unidas por esa misma relación y cariño a raudales en ambas direcciones. A eso si se le puede llamar AMISTAD con mayúsculas, cerca ya de cumplir nuestras bodas de oro, que se dice pronto.
Por supuesto, también hemos viajado juntos, animados por ferias taurinas en España y Francia. Todo en aras de fortalecer la amistad y poder compartir las aficiones comunes. Muy pocos pueden presumir de tanto.
Por eso quiero contarlo ahora, por si le sirve de apoyo para superar el mal momento de salud que atraviesa. Ha de saber que nos quedan muchas más cosas para hacer juntos. El tiempo no acaba si las voluntades son las mismas que hemos mantenido durante tantos años.
Un abrazo de despedida y de ánimo es poco para la fuerza que desde estas líneas quiero mandarte. Tienes que saber que, en nuestro caso, entre amigos, como en la enfermedad, las penas duran menos que las alegrías. Por eso te pido que mires con optimismo la salida cuanto antes para continuar la amistad que nos une. Nos queda muy poco para esas ‘bodas de oro’ y es nuestra obligación celebrarlo juntos y felices.
A mi amigo Luis