Dio comienzo la Feria de Otoño de Madrid y resultó que el resultado del primer festejo fue gloria bendita.
Bendita gloria es la que se ha llevado su máximo protagonista, Enrique Ponce, quien venía a despedirse de tan importante plaza y que ha conseguido salir por la puerta grande, su quinta salida en tantos años de historia, treinta y cuatro para ser exactos. Si el público y el palco se portaran así siempre, las salidas en hombros se contarían por decenas.
Es seguro que es lo que él soñaba y los seguidores poncistas deseaban, pero esa gloria no fue tanta y bendita algo menos. Claro que si es eso lo que se quería y se juntaron todos para que así fuera, da como resultado que la tarde fue gloria bendita.
No sabemos si el usía, D. José Antonio Rodríguez San Román, es poncista o, a lo mejor, valenciano, pero si se ha podido comprobar que estaba por la labor de que la tarde fuera una de esas que se recuerda como gloria bendita.
Hubo puntos oscuros, tales como que la plaza no se llenara a pesar de la rimbombante despedida de quien, sin lugar a duda, ha ocupado un puesto importantísimo en estas cuatro últimas décadas, por lo que puede concluirse de que habrá sido un figurón, pero no con la fuerza para llenar los tendidos de Las Ventas. Si han asistido 20.973 (según la empresa) y esa misma empresa nos ha dicho que los abonados son 18.229, habremos de deducir que por si solo ha llevado 2.700 a la plaza.
Otro punto con tintes de oscuridad lo ha ofrecido el ganado lidiado de Garcigrande y Juan Pedro Domecq, que han ofrecido mansedumbre los primeros y han blandeado los juampedros. Poca casta y menos raza, como para poder entretenerse con ellos como ha hecho el maestro de Chiva.
Samuel Navalón ha confirmado alternativa mostrando ganas y valor, aunque también la impericia normal en un novel en la categoría. Por lo último, el valor, ha arrancado una oreja al sexto, tan generosa como las obtenidas por Ponce. Cosas de las tardes de gloria bendita.
David Galván mostró sus maneras con su primero, con buen gusto en el inicio del trasteo y estando fatal con los aceros. En el otro no terminó de acoplarse.
Este es el secreto para salir en hombros. Como ha hecho dos, dos orejas
Una tarde de despedidas, en las que las figuras tienen la oportunidad de obtener generosas puertas grandes -ya pasó el año pasado con El Juli- por no se sabe muy bien por qué. Ponce se adornó mucho, dos cambios de mano vistosos, hizo la poncina dos veces, pero faltó rotundidad en el trasteo ante el bobalicón de Juan Pedro y le recetó una estocada letal, siendo la muerte del toro lo que, al final, más recordaremos.
Como ya no hay más despedidas en la feria estamos a salvo de que otra vez se pongan nostálgicos y sensibleros los que se sientan en los tendidos, y en el palco, y con ello evitaremos otro bochorno de gloria bendita en la plaza más importante del mundo.