Acabada la feria de Santander, la Fiesta sigue en el norte de España. Ya es hora de ir pensando en Azpeitia.
Cada año se hace más apetecible que llegue la fecha de San Ignacio de Loyola, coincidiendo con ella, tendrá lugar una de las ferias más bonitas, y más serias, de cuantas se ofrecen a lo largo y ancho de la geografía española.
Una feria indispensable para todos aquellos que se consideran aficionados de verdad, no público de paso. Aquellos que entienden lo que supone organizar desde el rigor y la seriedad una feria de tres días, en los que el toro será el primero en ser elegido, luego ya se elegirán los toreros.
La Comisión Taurina, esa que no se puede presidir mejor que como lo hace Joxín Iriarte, es capaz de equilibrar y repartir todos los puestos desde la más absoluta coherencia, responsabilidad, justicia y acierto.
Con esos valores saben premiar, a eso se le llama justicia, a quienes triunfaron en su ruedo la feria anterior, ya sean ganaderías o toreros. Acartelar a los diestros por ternas con sentido, se le llama coherencia. Dar oportunidad a jóvenes con proyección a quienes otros ningunean, a eso le llamaremos la responsabilidad de quien busca y propicia el futuro. Todo junto suele dar como resultado el acierto que cada año consiguen.
A esa feria llegará con garantías, tras la exhibición de su reaparición en Santander, Morante de la Puebla, quien el pasado año no pudo hacer el paseíllo por lesión. No faltarán los triunfadores del 2023: Daniel Luque, quien lo hará dos tardes, y Diego Urdiales que realizó la mejor faena de la feria.
Esos tres toreros ya son un mucho, pero volverá Juan Ortega, otro que en Santander ha dejado su sello personalísimo, y el triunfador de Madrid, Borja Jiménez, quien ya pasó antes por esta plaza cuando era la apuesta de cada año de la Comisión Taurina. Un acierto más que apuntarles. No faltará el ‘huracán’ venezolano, Colombo, para reeditar el alboroto que montó entre los que el toreo lo viven también desde la alegría y la intensidad.
Las apuestas de este año no son unas apuestas cualquieras. Clemente, el torero francés, se está haciendo un hueco en su país y bien merecía que una plaza española le diera paso. La otra apuesta la hacen por uno de los toreros jóvenes españoles con mejores condiciones para el toreo, el murciano Jorge Martínez. Ojalá la feria de Azpeitia sea un trampolín para ellos.
Los toros de Ana Romero y el ganado portugués de Murteira, se ganaron con creces su repetición y el hierro salmantino de Loreto Charro es la apuesta de este año.
Ante esta oferta taurina no es de extrañar que aparezcan aficionados de toda España y Francia, que te encuentres con muchos conocidos por las animadas calles de esta población a orillas del Urola. El Santuario de Loyola lo preside todo. Quizá por todo ello, en la plaza todo esté muy bien presidido por la seriedad, la tradición y el saber de toros.
Tras de su celebración, a ti que has acudido, te queda la satisfacción de saber que los beneficios, que siempre hay, irán a parar a obras benéficas. ¿Alguien puede pedir más?
Mientras pensaba en Azpeitia, me llegó la triste noticia de la pérdida de Pepe Luis Vázquez Silva, el torero que viéndole te hacía sentir mejor desde su naturalidad y buen gusto. Naturalmente he tenido que pensar, y mucho, también en él, que tantas tardes me hizo feliz viéndole torear. Descanse en paz.
Foto Arjona