La temporada taurina es un todo, pero no siempre y todo el rato estamos en temporada alta.
Como pasa con el turismo, aunque con los meses al revés, es durante la temporada alta cuando la afluencia y los precios son más altos. De igual modo, en paralelo, la temporada alta taurina coincide con las mismas características enunciadas para el turismo.
Ahora, en estas fechas, estamos en la temporada baja en lo taurino. Ferias amables, con rebajas en la exigencia de los aficionados, o público, de los tendidos, se dan las circunstancias precisas para que los triunfos sean más fáciles de conseguir. Esas rebajas son bienvenidas por los diestros, para las figuras más, pues si les exigen menos será más fácil decir que buenos son.
Lejos quedó Sevilla y, fundamentalmente, Madrid, donde todo es cuesta arriba, desde el trapío del toro a la máxima exigencia del aficionado. Ahí las figuras, Roca, Manzanares, Castella, Morante, Talavante, en Madrid, han hecho mutis por el foro y han salido de puntillas, sin acreditar cuál es el cetro que ocupan o cuáles son las condiciones que les hacen acreedores a ese título. Otros, llamados Borja, Román, Galván, Fonseca, Ureña, Adrián… son los que acreditaron todo lo que a ellos les ha faltado.
Pero ahora es la temporada baja, donde baja todo, desde el toro a la exigencia del toreo auténtico y aunque haya billete más chico, sumando una tarde y otra se hace algún montón. La amabilidad lo inundará todo y junio, julio, agosto y septiembre serán propicios para que los nombres resuenen de nuevo y las estadísticas se vean plenas de orejas.
Llegará, sí, Pamplona, pero aunque haya toro grande, la exigencia no guardará el mismo nivel. En agosto habrá de pasarse por Bilbao y se repetirá la escena del toro grande, aunque con algo menos de euforia en los tendidos. Lo demás será todo un cómodo y fluido recorrido y ahí es donde se llenan de triunfos los casilleros, que volverán a colocar a unos y otros, por número de festejos y trofeos, para que a la temporada siguiente se les siga llamando figuras a los mismos.
Si acaso, casi un oasis en el desierto, aparecerá Azpeitia, esa feria tan bien estructurada donde la seriedad es una constante, desde la organización de la comisión taurina, a cuanto sucede después en su bonita y emblemática plaza. Un refugio para que los aficionados fetén, curen su necesidad de ver algo con vitola de máxima seriedad.
En temporada baja, en cualquier feria y cartel, será fácil ver esto
Ya saben, quienes quieran solamente divertirse pueden acudir a cualquier feria y lo pasarán bien, seguro. Aquellos otros, que necesitan que la integridad y el toreo guarden el mínimo equilibrio para que se pueda disfrutar, sin ceder demasiado en la exigencia, habrán de esperar al toro de Pamplona y Bilbao o, entre medias, darse una vuelta por Azpeitia. Además, si quieren algo más, siempre les quedará la plaza francesa de Céret.
Estamos en la temporada baja… y baja todo, a excepción de los precios de las entradas. Esto es lo que hay.