Así de sencillo, así de triste. La empresa es la gran triunfadora de San Isidro 2024.
Sus cifras, en la taquilla, les dan como ganadores de la cita isidril. Trece tardes colgaron el cartel de ‘No hay localidades para hoy’ y en las otras trece tardes, la que menos alcanzó el 65,8% del aforo. Un triunfo en toda regla. 542.559 localidades vendidas en total durante la feria. 21.834 más por la corrida de Beneficencia.
Los números son mucho peores en cuanto a las orejas cortadas, llegando a solo 9 de las 250 que llevaban puestas los toros lidiados. Los rejoneadores se llevaron 6 de las 28 que tenían sus toros, significaron dos puertas grandes. La cifra de los novilleros llegó a 4 de 36, todas en la misma tarde, siendo en este escalafón donde uno, Jarocho, logró dos en un mismo novillo. Muy pobre balance, se mire por donde se mire. Si a eso le añadimos que de las nueve orejas a matadores, se señalaron como excesivas, casi por la unanimidad de las críticas, al menos cuatro, muy pobre es el resultado. Las más valoradas fueron para Román, Galván, Fonseca y Borja Jiménez. Queda al margen Beneficencia donde pasó tres cuartos de lo mismo con los trofeos de Adrián.
Lo peor ha sido el ganado -no lo ganado por la empresa, como ya hemos dicho-, resultando malas e infumables demasiadas tardes. Por encima de todo hemos de destacar a Fuente Ymbro, en corrida y novillada, tardes en las que se disfrutó del toro y la emoción en la plaza (las 11 reses aplaudidas en el arrastre). Algún toro suelto se puede mencionar, Bastonito de Baltasar Ibán, Experto de Santiago Domecq, Rebeco de Juan P. Domecq o Dulce de Victoriano del Río. Curioso que dos de estos toros destacados cayeran en manos de Borja, la suerte del campeón. El toro de más peso, Rebeco con 672 kg, uno de los destacados.
La tarde peor la de los toros de Román Sorando, pero sin olvidarnos de El Puerto, Alcurrucén, La Ventana y las tres de Albaserrada que pasaron con más pena que gloria. Hay que resaltar que los toros se caen menos, hubo épocas en que no nos librábamos ningún día, y de ahí que Florito haya intervenido poco, solo 9 veces, aunque es seguro que debería haberlo hecho con algún toro más.
Todo esto, el análisis, estará bien o mal, pero a la empresa lo que les importa son los llenos y ese objetivo se cumplió, por lo que quejarse vale de poco, no van a ir contra sus intereses. Mientras vaya la gente, a lo que vaya, a beber, a aplaudir todo lo que se mueve, a pedir orejas por doquier, a abuchear a los del siete, únicos que pretenden mantener la plaza en su sitio, aunque puedan equivocarse o pasarse en algún momento, nada se cambiará. La empresa ha ganado la batalla y es justo reflejarlo.
Esta imagen es la que ha tenido la plaza casi cada día
De nada servirá, objetivamente, decir por qué: toreros que no vinieron o les pusieron de más; ganaderías perseverantes en toros mansos y descastados; toros mal presentados o feos de concurso, vale todo con tal de que haya público, que no afición, que llene los tendidos. Gente más fácil de manejar, de meter en el redil del triunfalismo… si es con una copa en la mano, mejor.
Jóvenes vienen y eso está bien, aunque solo sea por tener acceso a la música y las copas que vienen después. Jóvenes que se aceleran para ver triunfar y poder pasear a los toreros por el ruedo en hombros, aunque no tengan ni idea de por dónde está la puerta grande para salir. Qué más da, lo emocionante es verlos disfrutar. En eso se ha quedado la feria, una más del panorama festivo.
La presidencia lo tiene muy difícil así. Luchar contra corriente resulta complicado y de ahí que se estrellen cuando su criterio, más objetivo, choca contra las democracias no documentadas que airean sin parar sus pañuelos. Si ceden malo y si se dejan arrollar, peor.
Esta feria pasará a la historia solo por la alta asistencia y sus réditos económicos que, siendo importante, es lo que menos les importa a los aficionados a los toros, me refiero al aficionado de verdad.