La tarde esperada por muchos, llegaba Roca Rey, resultó una tarde para no salir de nuestro asombro. Todo resultó insólito.
Ver como la máxima figura hace dejación de sus funciones como matador de toros, como profesional, como persona con vergüenza y perdiendo el debido respeto al toro, al público y a su profesión es, se vea desde donde se vea, insólito. Una rareza en las plazas de toros y un estrambote en la actitud de quien se supone un profesional. Lamentable.
Y es que, además, lo hizo en sus dos toros, negándose a dar muerte a su lote, dejando que se fueran muriendo poco a poco tras de los espadazos correspondientes. Censurable totalmente ese comportamiento, incluso dando órdenes a su cuadrilla, en su segundo, para que dejaran solo al toro y él sin hacer uso del obligado descabello. Prolongar la muerte del animal sin evitar su sufrimiento, no sabemos por qué motivo, hasta escuchar los tres avisos, es algo que debe mirarse, además de que merezca ser criticado.
Bronca monumental en el quinto de la tarde que claudicó tras ser devuelto técnicamente a los corrales ante la inoperancia de su matador. En su primero llegó a escuchar dos avisos antes de que se echara el toro sin usar el descabello. Una actitud fuera de lugar.
Hubo petición de oreja por su anterior trasteo efectista, no menos de tres cuartos de la plaza habían ido solo a verle a él, donde sobresalieron sus estatuarios y pases por la espalda, pero vacía la faena del toreo fundamental. El usía se mantuvo firme y no concedió la oreja por falta de fundamento, sin contar ni siquiera los pañuelos. Va siendo ya hora de que los trofeos se obtengan por algún método más objetivo. En conjunto, un día para olvidar en la trayectoria, hoy errática, del torero peruano.
Insólito: El padrino sin haber tenido turno todavía iba ya descamisado
Insólito también presenciar una confirmación de alternativa con el padrino en chaleco, despojado de la chaquetilla. Y es que Cayetano fue arrollado, y arrancada la chaquetilla, de muy mala manera por el primer toro a la salida del caballo cuando pretendía hacer un quite en el toro de su ahijado. En su primer toro, todavía dolorido y encorajinado inició su trasteo de rodillas bajo el tendido cinco, el toro le puso en aprietos y hubo de tirarse de cabeza al callejón. Estábamos en el segundo toro, antes de que apareciera Roca Rey y la plaza respiraba inusitadas situaciones lejos de la normalidad. En el que mató en último lugar, tras su paso por la enfermería, tampoco pudo lucirse el torero de dinastía.
Como hemos dicho Cayetano pasó tras su primero a la enfermería, donde fue atendido de contusiones múltiples, se corrió turno y resultó insólito, una vez más, que quien debía matar el sexto, el confirmante Jorge Martínez, tuviera que matar el cuarto. Algo que pasó factura al murciano. De haber salido ese toro en su turno 6º, como estaba previsto, a Martínez le habrían prestado más atención, valorando debidamente su actuación. Así su toreo, el más asentado de la tarde, hubiera alcanzado eco en los tendidos. Una tanda con la diestra tuvo, además de buen gusto, armonía torera. Los tendidos en ese cuarto turno esperaban ansiosos que saliera el siguiente para que Roca Rey diera el mitin de los tres avisos. Después de eso el de Totana habría gozado del favor del público en lugar del desprecio a su faena. Insólito, como digo.
En el toro de la confirmación, antes de que arrollara a Cayetano, el toro tas derribar al piquero, arrolló también a Martínez que acudía al quite. Fue un toro para dar sustos, pero no alegrías al toricantano.
Finalmente fue insólito que quienes vinieron a pasar una tarde plena de triunfo de su ídolo se fueran con la dolosa desidia del considerado máxima figura, y resultaran volteados los otros dos espadas, damnificados en una tarde que parecía que solo actuaba uno. Hube de escuchar a un apasionado seguidor del peruano 'ha tenido mala suerte con su lote', cuando le tocó el mejor toro de la tarde. Insólito.