Terminada esta feria de primera, aunque no tanto en importancia, algunas son las cosas por las que he de recordarla.
Posiblemente este análisis, a vuela pluma, no coincida con una gran mayoría, esa que todo lo ven desde el triunfalismo, pero se que también habrá muchos aficionados que se encontrarán con una opinión parecida a la suya.
Desde el sillón de casa, donde se pasa menos frío que en esa plaza levantina, que es similar a estar sentado en los tendidos de Ávila, he sentido nostalgia de cuando era, durante muchos años, un asiduo a presenciar en directo los festejos en el coso de Monleón. Abrigado, por supuesto.
Desde esa cómoda posición he visto los festejos de la reciente feria de Fallas, y es cierto que se han visto más gentes en sus graderíos, principalmente las dos tardes en las que actúo el astro peruano Roca Rey. La conclusión es sencilla: la próxima feria deberán acartelarlo todas las tardes. De esa forma ganará él y es de suponer que la empresa también, pero desde el sillón resulta agradable ver los tendidos llenos.
Hemos oído lamentarse a los comentaristas de la tele de que faltaron toreros como Daniel Luque, Ginés Marín, Fernando Adrián y Tomás Rufo, pero también han alabado la programación hecha por la empresa. Puede ser verdad una cosa y la otra, pero es esa programación ‘tan buena’ la que ha impedido la presencia de esos u otros toreros.
Veamos: Organizan una corrida para un solo matador, Román, ahí dejaron dos puestos que podían haber ocupado alguno de los ausentes reclamados. Hacen un festejo mixto para que se despida Pablo Hermoso, habiendo un festejo de rejones, y entra un novillero, Nek Romero, que bien podía haber sido puesto en cualquiera de las dos novilladas que han dado.
Hagan cuentas y verán que fácil habían entrado los ausentes citados. No se puede decir una cosa sin censurar que la programación, por acción y por omisión de matadores ausentes, ha sido errática o interesada. El empresario puede elegir la programación, y valorarlo en su totalidad, pero no le podemos al mismo tiempo exigir que ponga a otros. En ese caso, por sencillo, es que no cabían más.
Por lo visto, en cuanto a toros, lo mejor lo ofreció Jandilla, con ese toro Leguleyo, merecedor de la vuelta al ruedo y no del indulto, que ha de serlo por un juego completo y excepcional. No fue el caso, por mucho que gustara en la muleta.
Paco Ureña, que llegó a tocar el cielo, tuvo un final sin premio
En la misma tesitura nos encontramos con que lo mejor en la feria, y con la muleta, lo hizo Paco Ureña, que se quedó sin orejas y sin salida en hombros. Aquí el caso es el mismo que el del toro de Jandilla. Para cortarlas tenía que haber estado completo en todo y con la espada no estuvo fino. Sin rasgarnos las vestiduras, ese nivel de exigencia para Ureña fue el mismo que para Leguleyo por no ser completo en varas. Aún así, son los nombres de la feria.
Dejamos constancia de que Roca Rey salió en hombros tras cortar tres orejas en su segunda tarde, convirtiéndose en el triunfador de la feria. Otras puertas grandes fueron para Román y Fandi entre los matadores y Peñaranda de parte de los novilleros.
Desde el sillón de casa todo eso lo vi. Junto a la verdad de Ureña, no olvidaré la actuación capotera de Juan Ortega y también de Pablo Aguado. Gracias a la lentitud de sus verónicas todavía veo pasar por mi retina los lances ejecutados.
Foto: plazadevalencia.es