Según vamos conociendo la composición de las ferias taurinas del año, observamos cómo se acaparan puestos en sus carteles.
Seguramente no es nuevo, pero lo cierto es que ya no solo se pelea por estar con las ganaderías más apetecibles y los compañeros de más alta alcurnia, ahora parece que lo más importante es ‘pillar cacho’. Es necesario acartelarse muchas tardes para dejar constancia de la categoría que cada uno quiere tener en los distintos ciclos feriales.
Además, no se da solo en ferias largas, también gustan de hacerlo en ferias más cortitas. En Castellón y Valencia, por ejemplo, repetirán Manzanares y Roca Rey respectivamente.
Es curioso, pero ese acaparar puestos lo que hace es dejar menos espacio para la entrada de otros diestros, aunque a mi me parece que lo que se pretende es, como he dicho, ‘pillar cacho’. Una manera de sumar dineros, deliberadamente, en plazas en las que se pueden pedir honorarios más altos.
Claro, yo me sospecho que como quiera que ninguno, o casi, garantiza por si solo grandes taquillas, lo mejor es repetir festejos para poquito a poquito poder hacer caja. Contratarse por libre, y de una en una, ya no es tan rentable como lo era antaño, cuando en un solo festejo se podía ir uno con el esportón lleno de billetes -algo así como lo que hace José Tomás de vez en cuando-.
La feria de San Isidro se conocerá pronto
Me malicio yo que es eso lo que pasa y de ahí esa ansia por aparecer cuantas más veces mejor en los carteles. Por si fuera poco, también suele coincidir que el empresario/apoderado sea parte interesada en tanta repetición. Lo vemos con Talavante en Madrid (Simón Casas) o Manzanares en Castellón (Matilla), una forma de hacer caja también el representante.
Qué duda cabe que estas maneras se ven contaminadas por ese juego de intereses, con lo que otros toreros a los que nos gustaría ver anunciados en distintas ferias, vean cercenadas sus oportunidades por tanta ocupación. Eso sí, son ‘okupas’ privilegiados.
Siendo así, no es de extrañar que luego no queden dineros para poder satisfacer las justas y lógicas demandas de otros espadas con méritos sobrados para pedir honorarios dignos, véase el caso de Fernando Adrián.
Doble mal el que nos aqueja. Ocupan demasiados puestos y tratan de amontonar el dinero que haya. En consecuencia, no queda sitio ni dinero para los que están a la espera. De esta manera, no puede haber ni relevo ni justicia.
Mientras tanto, el aficionado ha de asistir atónito a esta verbena de intereses, que no son precisamente los suyos.