El torero madrileño, triunfador en Madrid el pasado año, le dejan KO tras no anunciarle en este San Isidro 2024.
Si en 2023 su actuación en Las Ventas adquirió el Ok, tras salir dos veces en hombros, en este se invierte ese reconocimiento y queda KO antes de empezar, noqueado sin saltar al ring.
Son las cosas del mundo del toro, inamovible a sus propias reglas, allá penas si hay razones sobradas para que se produzcan cambios. Lo decíamos en nuestro artículo anterior ‘pocos cambios’ y, una vez más, nos dan la razón. Todo para unos pocos y a los demás ni agua.
Me podrán contradecir los interesados con aquello de que sí han querido contar con Adrián en la feria, pero era de mentirijillas. Te ponemos siempre y cuando pases por el aro de nuestras exigencias o condiciones.
Lo vestirán diciendo que no se han puesto de acuerdo en las condiciones económicas -que por otro lado nunca sabremos, el mundo de los toros es completamente opaco- pero no resultará creíble ni lógico.
Maximino Pérez es el apoderado del diestro y no es un recién llegado, es empresario de varias plazas como Cuenca o Illescas, entre otras que ha regentado, y algo debe saber sobre los honorarios de los toreros, aunque sea en plazas de segunda, incluidas las figuras.
No nos imaginamos que se haya propasado en sus exigencias, pidiendo más que lo que van a cobrar los que no fueron triunfadores en la temporada anterior en Madrid. Y también suponemos que no querría pasar por recibir el salario mínimo de los matadores en las plazas de primera.
Dicho esto, hemos de concluir que habrá pedido un ‘precio justo’ para su representado, teniendo en cuenta el aval de sus recientes puertas grandes en Las Ventas. Entonces, concluimos que pedir, o exigir, ese dinero justo no ha sido del agrado de la empresa para que se hayan cerrado las puertas a su contratación.
Salvo que las partes nos ofrecieran de forma clara y transparente de qué cifras estaríamos hablando, nos inclinamos por pensar que los todopoderosos empresarios son un coto cerrado y si no pasas por el aro no hay triunfos que valgan más que sus intereses, allá existan otros como los de la propia Fiesta Brava o los de la afición.
Sin duda un juego de intereses, sin que exista ninguna regulación que ampare a quien puede acreditar sus triunfos. En estos momentos el tenis o el fútbol nos muestran que el que gana sigue y el que pierde se queda atrás. El mundo del toro hace mucho tiempo que vive ajeno a esa obligación siquiera moral.
Nos hace falta una regulación para que, de forma inequívoca, los carteles se hicieran en base a los méritos. Podrán existir otras formas de reparto de carteles, pero dejando fuera la justicia y la objetividad, un aficionado de verdad no tiene más remedio que mostrar su total disconformidad.
Además de la gravísima ausencia de Fernando Adrián, en los avances de los carteles ya se echan de menos a toreros como Joselito Adame, Curro Díaz, David de Miranda, Morenito de Aranda o Joaquín Galdós, por poner unos pocos ejemplos. Es decir, lo de siempre en estos últimos tiempos.