Alicante ha visto un nuevo paseíllo del diestro murciano y le ha visto salir en hombros para cerrar la Feria de Hogueras.
Me apetecía acercarme a la ciudad alicantina una vez más y en esta ocasión lo hacía por tres motivos: Ver a un Rafaelillo marginado por muchas, casi todas, las empresas. Sus méritos ignorados y pisoteados sin justificación alguna. Ver a Pablo Aguado vérselas por primera vez con los toros de la A coronada y, por supuesto, a Morante de la Puebla realizar uno de esos gestos que prodiga desde la última temporada, torear una corrida de Victorino Martín, a la que también siempre se ve con interés.
El propósito no se pudo cumplir plenamente pues el torero de La Puebla sufrió un percance el día anterior en Badajoz y su puesto lo ocupó un experto en el encaste Albaserrada, pero lejos en interés de lo que supone Morante. La plaza algo debió resentirse, pero alcanzó más de tres cuartos de entrada que, seguramente, habría mejorado con la presencia del diestro ausente.
No perdí el viaje. En tarde muy calurosa -eso fue lo peor- pudimos ver un encierro de Victorino Martín de buena presencia y condición en conjunto, lo que permitió a los espadas aplicarles sus tauromaquias, manteniendo con ello el interés durante las dos horas y media de festejo. Exagerada, no obstante, la vuelta al ruedo que se le dio al primero de la tarde.
Hacía el diestro murciano su primer paseíllo de la temporada y no se le notó falta de rodaje. Nos encontramos con el mejor Rafaelillo, el que sabe aplicar disposición, valor y, en cuanto se lo permite el ganado, un toreo de buena caligrafía y buen gusto que le permite jugar sus cartas con las condiciones de sus oponentes. Así brilló más en su primero, de mejor condición, al que toreó muy bien por momentos y le cortó dos orejas tras una gran estocada. Con el cuarto se aplicó con un toreo más valeroso y técnico para exprimir al cornúpeta de desarrolladas defensas y comportamiento gazapón. Otra estocada hasta la bola le valió una nueva oreja, poniéndole en bandeja la posibilidad de ser el triunfador de la feria.
Manuel Escribano llegaba de cortar ayer dos orejas a un Victorino en Algeciras, así como el mismo premio a otro en la feria sevillana y no defraudó a quienes gustan de su toreo valeroso y vibrante con los trastos y las banderillas. Cortó una muy generosa oreja en su segundo tras una estocada en los bajos. Su toreo conecta bien es estas plazas de segunda y Alicante no es una excepción.
La incógnita de hoy era saber que haría Pablo Aguado ante sus primeros victorinos. Lo supimos en cuanto se abrió de capa. Le enjaretó a su primero varios lances a la verónica marca de la casa, los ejecutados por la izquierda para enmarcar. No se le van a olvidar al torero sevillano ni a mí. Con la muleta tampoco olvidaremos los naturales primorosos, plenos de cadencia, temple y naturalidad con los que obsequió al burel. Tampoco olvidaremos que se mostró como un ‘pinchauvas’ y perdió trofeo por ello. En el sexto, de peor condición, nos mostró la disposición que muchos creían que no tenía. La espada de nuevo le impide obtener trofeo.
Toros y toreros permitieron una buena tarde para cerrar la feria 2023 y mereció la pena venir, aunque nos faltara Morante.