El Santo Job es el patrón de los pacientes, de aquellos que, a pesar de todo, siempre guardan esperanzas.
En esta nueva tarde de rejoneo, tras el desesperante juego de los toros de Bohórquez, merecían los aficionados, todos los asistentes, que pasara algo que les reconciliara con el arte del rejoneo. La paciencia tuvo premio.
He tenido la suerte de tener muy cerca, casi dándonos la mano, a una experta compañera y querida amiga, Beatriz Cano, y ha sido ella la que me ha aportado aquello que un profano como yo no soy capaz de captar durante toda la tarde. Ya, en este párrafo, y antes de que se me olvide, te doy infinitas gracias Beatriz por apoyar esta mi crónica, que me hace recordar aquellos años en los que tu sola presencia en el equipo de OyT, nos invitaba a amar el arte del rejoneo. Muchas gracias.
Y por qué el titular. Lo resumo en su comentario sobre la actuación de Guillermo Hermoso en el último de la tarde: Dicen que la paciencia es una virtud y teníamos que esperar hasta el último de la tarde para ver toreo a caballo de verdad. Lástima que el toro no acompañara, pero Guillermo ha protagonizado, sin duda alguna, los momentos más emocionantes y de calidad de toda la tarde. Este chico tiene madera y me quedo con ganas de verlo frente a un toro y no en una capea como la de esta tarde. Ha conseguido levantarme de mi asiento con un quiebro espectacular a lomos de Martincho después de citar de frente y por derecho. Ha seguido su gran actuación a lomos de Ecuador e Ilusión, arriesgando y llevando el toro cosido a la cola del caballo. Toreo de verdad. Dos rosas, un par de cortas a dos manos y un rejón efectivo a lomos de Esencial le ha valido una oreja muy justamente ganada. Sin duda, aquí hay futuro.
Espectacular quiebro de Guillermo Hermoso en el sexto
Antes Lea Vicens había despertado al respetable, que no hacía más que mirar la hora, pidiendo el final de lo que estaba siendo una aburridísima tarde de toreo a caballo, a lomos de Guitarra. Se fue a esperar al toro a la puerta de toriles y allí lo ha enganchado bien y lo ha llevado toreado con la grupa hasta el centro del ruedo. Había protagonizado, hasta ese momento, el único instante emocionante. Después sólo cabe destacar una banderilla al violín a lomos de Bético. Esa actuación le valió para alcanzar el premio de una oreja, de menos valor que la cortada después por el joven Guillermo. Fue durante su vuelta al ruedo cuando un gallo hizo las delicias de un público que buscaba resarcirse del aburrimiento anterior. Vuelta al ruedo merecida para el gallo, en algo se tenían que entretener en los tendidos.
El resto tiene muy poca historia, pues entre los marmolillos de los toros y los fallos con los rejones de muerte, Pablo Hermoso, solo ha logrado destacar con los ejercicios de doma clásica: piafe, paso español… con los que intentaba animar, pero ni por esas.
Lea y Guillermo en sus anteriores toros pusieron voluntad, pero menos mal que, como decíamos, ellos y nosotros tuvimos paciencia para que el quinto, y sobre todo el sexto toro, en sus actuaciones ante ellos, nos resarcieran de todo lo pasado.
Tanto aburrimiento tenía que ya pensaba dedicar todo el espacio de esta crónica para recordar a Rodolfo Rodríguez ‘El Pana’, de quien hoy se han cumplido siete años de su marcha. Quede constancia que para nada me olvido ni del torero y mucho menos del amigo.