En esta feria nos cuentan sin cesar que van muchos jóvenes, pero hoy afirmo que he estado junto al más joven de todos.
Se llama Eduardo y solo tiene dos meses. Y no crean que es la primera vez que asiste a los toros, durante la feria ha venido varios días. Sus papás le han llevado a ver a varios diestros para que vaya conociendo a una parte del escalafón.
Con dos meses no he podido mantener con él la conversación que me hubiera gustado, como ya hice en tiempos con muchos otros jóvenes durante mis años de asistente a Las Ventas, que son más de cincuenta. A uno en concreto, todavía le sigo llamando ‘El niño’ y resulta que ya peina canas. ‘El niño’ aprendió a mis pechos y asimiló los avatares de la tauromaquia. Seguro que se siente orgulloso de ello.
Hoy voy a comenzar contigo, pequeño Eduardo. Te cuento:
Era una tarde especial en el que la mayoría de los asistentes, incluidos tus padres, vinieron a ver a Morante de la Puebla, que es el torero más atractivo del momento y que, apenas hace un mes, cortó un rabo en Sevilla tras de más de cincuenta años sin que nadie lo hiciera. Este torero, Morante, posee las mejores condiciones para volverlo a hacer y de ahí que todos acudan prestos a que suceda el milagro.
Pero también es cierto que suele tener muy mala suerte en los sorteos; debo indicarte que por la mañana los seis toros se enlotan de dos en dos y a través de unas bolitas que se hacen con el clásico papel de fumar, se sortea a qué toreros le toca cada pareja de toros. Hoy para Morante, quien haya metido la mano para sacar la bolita, debería pedir disculpas y no solo al torero sevillano, también a las veintitrés mil personas que se sentaban en los tendidos de Las Ventas.
Has visto que en su primero le han coreado olés por torear a la verónica tan despacio con el capote, pero ahí se ha terminado su actuación artística, después solo ha podido ‘quitarle las moscas a sus toros’ pasándolos de muleta de lado a lado y acabar con ellos de aquella manera con la espada. Ya viste como le abroncaron tras matar al quinto de la tarde. Eso le suele suceder mucho, pues la gente espera tanto que se siente decepcionada, pero que si mañana volviera… llenarían la plaza otra vez.
Te sigo contando, pequeño Eduardo: Los dos compañeros del sevillano, uno madrileño llamado Uceda Leal y otro francés cuyo nombre es Sebastián Castella, han llegado a cortar una oreja cada uno, ese es el premio que se les da cuando han estado bien y la gente lo pide a través de flamear de pañuelos, esos que te dieron aire en su aletear en el tercer y cuarto toro ¿recuerdas?
Uceda es un gran torero, muy clásico en sus formas y que hoy ha estado irregular en sus trasteos, pero siempre con el aire del torero que no se descompone y que es capaz de dejar muletazos que perfuman el ambiente. Siempre fue un matador seguro, pero hoy ha sido un pinchaúvas en su primero y certero en su segundo. Esa segunda estocada ha producido una muerte espectacular que ha motivado la salida de los pañuelos y ha dado la vuelta al ruedo tan contento con su trofeo en la mano.
Castella cortó una oreja en su primero por igual motivo, la muerte rápida del toro -eso siempre gusta mucho-, pero luego cuando oíste los ¡¡ay, ay, ay!! era porque el toro le había corneado tras voltearle de pitón a pitón. Pues ya lo has visto, ha seguido toreando e intentando cortar otra oreja para salir en hombros por la puerta grande. Ese es el premio que todos los toreros quieren. De ahí que Castella haya seguido en el ruedo. El toro no solo le ha dado una cornada, calificada de grave después en la enfermería, tampoco le ha proporcionado la oportunidad de cortar esa otra oreja que quería.
Ya ves, Eduardo. En una sola tarde, esta que has visto a mi lado, se han cortado dos orejas por parte de dos toreros, ha habido una cornada, una gran decepción con el torero que todos fueron a ver y, además, un picador, Agustín Romero, ha sido ovacionado -esto casi es inédito en la feria- y un banderillero, Niño de Aravaca, ha saludado tras parear al cuarto.
Eduardo, como llegaste tarde, te pongo la foto del paseíllo para que veas lo bonito que fue
Espero habértelo resumido bien pequeño Eduardo, sin entrar en muchos detalles que no entenderías, para que algún día puedas decir que estuviste en Las Ventas y pasaron todas esas cosas. Aquí quedan impresas. Gracias por venir a formar parte de quienes amamos esta fiesta.
Me despido de ti, incipiente aficionado, con un beso.