Nos saludamos de nuevo la plaza y yo. Sigue en su sitio Las Ventas para comenzar otro San Isidro y lo hizo con un reventón de gente.
Estábamos en la primera… de feria, pero La Quinta tenía mucho que decir… y no dijo nada. Los toreros tampoco es que dijeran mucho que se pueda contar como excelente.
Las máximas figuras, o eso dicen, hicieron el paseíllo y con lo que tuvieron delante no destacaron ni le ganaron la partida a quien se incorporaba al escalafón de los matadores de toros. Seguramente donde si le ganaron, y por goleada, fue en los honorarios que, en el mejor de los casos, fue diez veces superior al cobrado por el joven toledano.
Ni quinto bueno, ni La Quinta parte. Descastados no
Ni hubo quinto bueno ni La Quinta pasó de ser en un encierro descastado, borreguil y terciado en algunos de sus toros. Con ese material no podía haber emoción y no la hubo. Cuanto les hizo la terna no dejó de ser una aplicación técnica y buen oficio de El Juli en su primero, al que a base se sobar logró sacarle una tanda decente y templada por la derecha con un broche feo con la espada a pesar del ‘julipié’.
El toricantano Álvaro Alarcón derrochó voluntad, era preceptivo en este día, pero no arrebató salvo unos naturales en su primero y el toparse con el viento en el último que le impidió, quizá, arriesgar algo más. No obstante, se puede decir que aprobó justito su examen inicial como matador de toros.
Quien no pasó el corte fue, sin duda, el peruano Roca Rey. Ni se acopló ni se dejó de acoplar, eso sí abusando de pico y desplazamientos hacia fuera de su muleta. No logró convencer ni siquiera a quienes ciegamente le siguen. Por momentos pareció un náufrago, pero sin que delante tuviera ninguna tormenta. Se podría calificar de penoso su primer paso por el ruedo venteño.
En resumen: Penoso el encierro en el que habían depositado muchas esperanzas los aficionados. Pero ya se sabe, así ha sucedido siempre, cuando las figuras se apuntan suele suceder que las otrora ganaderías encastadas quedan, como si un maleficio les afectara, como lo más descastado de la cabaña brava.
Y saben quién puso en pie la plaza, quién era el tapado de la tarde. Un subalterno de lujo llamado Pepe Chacón, el fue quien puso al público en pie tras dos grandes pares de banderillas en el sexto y, menos ovacionado, proponiendo una lidia primorosa al primero de Alarcón.
Este fue el momento auténtico de la tarde
Los gitanos no quieren buenos principios, pero estoy seguro que tampoco quieren que salgan tan mal contando con dos apuestas tan seguras y aparentemente contundentes: los aficionados por La Quinta y ‘los del clavel’ por Roca Rey. Que gran decepción para ambos colectivos.
Esto no ha hecho más que empezar.