Lo podremos calificar de muchas maneras, pero la que más, y mejor, puede describir su ausencia es: INACEPTABLE.
Es cierto que no se llama Juli o Roca Rey, pero sin embargo ostenta el título de lo mejor y más torero, visto en las negras arenas en los últimos años, avalado y engrandecido porque muchas de esas grandes actuaciones las hizo delante de los encastados toros de Victorino Martín.
Si a alguien hay que respetar en Bilbao, ese torero se llama Diego Urdiales, el mejor intérprete del toreo que ha pasado por su plaza en lo que va de este siglo.
Son muchas las veces en que la prensa hubo de titular aquello de: ‘Nueva puerta grande en Bilbao para Urdiales’. ¿Alguien da más? Pues a él le han dado menos. Ni siquiera se le tuvo en cuenta para la reinauguración de la plaza el pasado junio.
La falta de Diego Urdiales en las Corridas Generales de este año, es una falta de respeto al torero riojano, sí, pero también a la afición bilbaína, así como a la de La Rioja y al resto de los aficionados de España, que esperaban verle un año más a través de las pantallas de la televisión.
No sabemos si habrán sido los dineros, que el torero dice que ni se habló de ello, pero que muchos tengan la oportunidad de torear dos tardes -los citados y también Manzanares y Talavante sumando la corrida de junio-, es todo un agravio comparativo para con el diestro arnedano.
No es Diego Urdiales, en ninguna plaza, un torero para rellenar un hueco en una corrida, pero mucho menos en Bilbao donde sus méritos están, como mínimo, a la altura de los que más. Aunque eso, lo de los méritos, ya sabemos que en el toreo no es precisamente el mejor aval.
Tras de su actuación en Pamplona, hay que reafirmarse en que Diego no rellena carteles, es el propio cartel. Un cartel ganado precisamente a sangre y fuego, con los toros que ponen a prueba la capacidad de cada uno. Muchos de quienes a él le ponen por delante, ni siquiera saben qué es y cómo se pasean las orejas de un cárdeno.
Además, al aficionado ni siquiera le hace falta que pasee trofeos, cuando llega ese final de faena ya han guardado en su memoria la pureza, el valor, la verdad y la belleza de los lances y muletazos que nos ha podido regalar.
Es cierto que no está previsto el verle hacer el paseíllo en Bilbao este año, pero también es verdad que no tendremos que esperar tanto para verle torear en otra plaza como cuando, qué casualidad, no había triunfado todavía en Bilbao. Así que todo lo que le dio triunfar en Bilbao no se lo pueden quitar ni a él ni a los aficionados.
Inaceptable, Bilbao se lo pierde. En el pecado llevarán la penitencia