Desde hace un tiempo hemos de hacernos esta pregunta cada vez que escuchamos algo por la televisión.
Y no crean que es solo muy conveniente hacerlo cuando se trata de mensajes de tipo político -cada vez más necesario-, ya que en el resto de los temas cotidianos también se hace imprescindible. En los toros no nos escapamos de la citada pregunta.
En el tema taurino se podían aprovechar las retransmisiones televisivas para hacer pedagogía, pero lamentablemente lo que se percibe es que se trata de un adoctrinamiento interesado.
Muchos serán quienes crean que con los comentarios de la tele van avanzando en el conocimiento de la tauromaquia, pero para que eso fuera una realidad sería necesario separar, con mucha cautela, el grano de la paja.
El problema es que la gran mayoría de quienes están al otro lado de la televisión carecen de ese sentido crítico, lo que hace mucho más fácil la labor de adoctrinamiento, que no otra cosa es la que se difunde.
Es fácil apreciar, para un buen aficionado, cuando lo que alaban se ajusta a la realidad de cuando lo hacen de ‘aquella manera interesada’ para con todo lo que hace el torero, especialmente si se trata de lo que se llama una figura.
Separar el grano de la paja, con la polvareda que levantan, se hace imposible para muchos. La verdad es que los comentarios no aguantan una comparación objetiva, pero no hay marcha atrás. Lo mismo dicen qué bien cita Urdiales dando el pecho, que ese aspecto lo ignoran cuando cita Manzanares con la pierna retrasadísima, valgan estos dos ejemplos de una cosa y otra.
Si finalmente el resultado es el de: ‘que buen momento atraviesa’ y se lo dicen a uno y otro, el despiste para el telespectador medio es total. De ahí que la pedagogía que supone explicar lo bien que lo hace uno, lo esconden cuando se trata del otro. A lo primero se le llama pedagogía y a lo segundo adoctrinamiento.
Para no oir 'que bien está toreando con el capote', con ese ajuste, puede cerrar el altavoz
Como quiera que esto no parece que tenga remedio, ya sea en un canal u otro, lo que suelen hacer los buenos aficionados, nos consta que así lo hacen muchos, es apagar el volumen, única manera de no verse envueltos en la confusión. Con ese ajuste que se ve en la foto debería taparse el comentarista, pero no. Como no se tapan, existe el recurso de cerrar el altavoz.
Como en los temas políticos, no se trata de convencer al ilustrado, harto difícil, lo que se pretende es captar a los menos preparados o más desprevenidos. Jamás habrás escuchado decir que el torero fulano, máxime si es figura, hace algo mal. La utilización del micrófono no está al servicio de la objetividad, desgraciadamente es la subjetividad la que impera.
El consejo tras del comportamiento expuesto sería: Cuando veas torear escucha tu corazón y tus sentidos, tú sabrás distinguir qué es bueno y qué es malo. No escuches otra cosa que te pueda distraer.
Foto: Canal Toros