Tal y como van las cosas no habrá mejor manera de pensar en taurino que recordar aquellos años.
Aquellos años… en los que no había ninguna duda de que la Fiesta Brava era nuestra Fiesta Nacional.
Aquellos años… de los sesenta básicamente, en los que una baraja de toreros brujuleaban en nuestra mente y deseábamos que se pusiera la temporada en marcha para poder verles de nuevo.
Aquellos años... No hay color, ni en la foto ni en los carteles
Aquellos años… cuando el toro era más toro, con independencia de sus kilos, y menos borrega comercial.
Aquellos años… en los que los políticos no tenían en su punto de mira la desaparición de la Fiesta. Más al contrario, presumían de ella.
Aquellos años… en que San Antón, patrón de los animales, que se celebra hoy 17 de enero en el que escribo, no guardaba ninguna relación con las memeces de los animalistas de este momento.
Aquellos años… en los que desear tener un abono de San Isidro era el sueño de cualquier aficionado.
Aquellos años… en los que la celebración de corridas de toros mantenía una sana competencia con el fútbol y, a veces, les ganaba.
Aquellos años… en los que algunos vendían el colchón para sacarse una entrada para una corrida de expectación.
Aquellos años… en los que ponerse delante de un televisor en blanco y negro para ver la confirmación de El Cordobés, supuso el mayor número de telespectadores delante de los escaparates.
Aquellos años… en los que los maletillas soñaban con ser toreros sin necesidad de tener escuela, la escuela era su propio valor e inspiración.
Aquellos años… en estas fechas, ya sabíamos muchos carteles programados para varias ferias.
Aquellos años… en los que podíamos ver los toros para San Isidro previamente en El Batán.
Aquellos años… gozaban, los que fueran, de más libertad. La Fiesta no era perseguida por nadie, respetada y amada por todos.
Aquellos años… era un orgullo ser aficionado, ahora hay que cuidarse de decirlo en muchos sitios.
Aquellos años… no volverán. Y no por ser viejo se tienen estas añoranzas, es que las cosas no pintan nada bien.
Aquellos años… benditos años.