Abrió la feria bilbaína con toreros de a pie. Un buen cartel para abrir boca junto a la ganadería de Victorino Martín.
Si a juicio de los aficionados el cartel merecía la pena, no así para los espectadores de aluvión, esos se reservan para cuando llegan las llamadas figuras, y la plaza registró una pobre entrada, allá por un tercio de aforo, que es una manera de decir que se pierde afición a marchas forzadas, pero tampoco hay que tirar cohetes cuando las figuras, todas juntitas, hacen el paseíllo.
Si fue mala la asistencia el tiempo se coló en la plaza para estropear la tarde, lluvia y rachas de viento que hicieron de los valientes aficionados acaparar méritos para ver algo bueno. Se lo merecían.
Y si hubo cosas buenas. Una sentimental y nostálgica, la despedida de El Cid, un torero querido, pero ya se ve que la memoria del público es olvidadiza, el poco que asistió no era el que se merecía el sevillano en esta su última actuación. Pero esto ya no es lo que era.
El de Salteras fue recibido con un aurresku de honor antes del paseíllo y recibió fuerte ovación al terminar el mismo. Hizo su esfuerzo Manuel Jesús y, con el mejor lote, se llevó un trofeo y el cariño de los asistentes.
Quien dio la cara, y fue lo mejor, fue Emilio de Justo, un torero en plena progresión que, debutando en Vistalegre, ha acreditado que es uno de los toreros que más merece que se le vaya a ver. Su firmeza y determinación alcanzan altas cotas no solo de verdad y autenticidad en su toreo, si no que también en la capacidad para poner en riesgo su anatomía ante cualquier astado.
El único Victorino que mató no era precisamente un dechado de virtudes, avisaba que no se pensaba dejar dominar y, aunque eso fue lo que hizo el cacereño, esperó con paciencia su oportunidad para levantar los pies a Emilio. Arriesgó éste en el final para ejecutar naturales de frente y fue prendido de forma dramática por el pupilo de Victorino.
Maltrecho se puso en pie y con la espada volvió a demostrar que no da un paso atrás en ninguna situación. Y es que Emilio no está dispuesto a dejar pasar ni un solo día sin mostrar que su disposición es total y que o le abren camino o terminará por hacerlo el solo con sus triunfos. Tras un pinchazo arriba agarró una gran estocada. Paseó un trofeo antes de pasar a mano de los médicos. Un fuerte desgarro en una oreja y fuerte contusión en la espalda le impidió reeditar en su segundo el buen camino del que no está dispuesto a renunciar.
Curro Díaz pechó con el peor lote, pero tampoco estuvo muy fino hoy el linarense. Hizo un esfuerzo con el que mató por De Justo, pero no pudo brillar su elegante toreo.
Lo dicho, importante huella deja Emilio de Justo en su debut en Bilbao y emotiva despedida de El Cid.