No es baladí el titular. Esperada por los aficionados… a los toros. Van, principalmente, a los toros y no, solamente, a los toreros.
La fiesta brava se refiere, en esencia, a los toros, aunque con el transcurrir del tiempo, la gran mayoría van a ver a los toreros.
Los toros de Adolfo Martín son quienes han generado esa esperanza en los aficionados, saturados de tanta sangre Domecq, que, aunque haya matices en cada una, una buena parte salen descastados hasta llegar a aburrir. Como ejemplo valga el de ayer con los de Mayalde. El ejemplo contrario, en encaste Albaserrada, lo tuvimos el martes con la de Escolar y el esforzado triunfo de Gómez del Pilar.
La terna, cuajada en mil batallas, son muy respetados por ello. Tanto Ferrera y Robleño, como Escribano, tienen una hoja de servicios plena de triunfos con este encaste. Triunfos que no se consiguen sin haber tenido que salvar las dificultades que el encaste presenta. El lleno era hoy de ilusión y esperanza y el resultado, lo contamos.
Lo primero será decir que los ‘adolfos’ no valieron un duro. Ninguno se dejó dar un pase, pero es que, además, hicieron muy complicada la tarea de la terna. El sobrero de Martín Lorca tampoco. Ya sabíamos que no eran bombones, nunca lo son, pero podían haber estado a la altura de toreros que se esforzaron para que así fuera.
De entre los diestros hemos de destacar a Fernando Robleño, quien cariñosamente fue ovacionado antes de lidiar su último toro de San Isidro. Hizo un esfuerzo el madrileño para que la tarde tuviera su firma y a fe que lo consiguió con la mano izquierda, a base de tragar y saber cómo suenan los olés con esa mano en Madrid, su tierra, su casa. En el primero fue imposible, aunque mató muy bien y en este tampoco manejó mal la espada. Una vuelta al ruedo muy emotiva, por hoy, por su trayectoria, por siempre jamás. Robleño torero respetado.
Fernando Robleño pudo saborear el merecido respeto y cariño de Madrid
No fue igual, ni mucho menos, el respeto que se les brindó a sus compañeros. Esta plaza, la mía de toda la vida, pierde los papeles muchas veces. Ser exigente no significa ser impertinente. Suelo decir que: todo lo que no es oportuno es inoportuno por automatismo. Hay demasiados graciosillos que quieren vivir la tarde como si fueran ellos los protagonistas de un monólogo. Hoy no era el día.
Con toros con peligro y toreros con un historial poco sospechoso no se pueden gastar bromas. No valen los olés de cachondeo, ni los miaus, ni el ‘petardo’. Para hacer eso, que suele hacerse otras tardes en Madrid, hay que ser oportuno. Si no lo son, quedan como inoportunos por automatismo. Anda que no hay tardes para que esas voces tengan sentido.
Ferrera y Escribano no pudieron hacer más con lo que tuvieron delante. Bastante hicieron con salir ilesos. Ninguno viene de torear las corriditas de los hierros comerciales. Lo que tienen, se lo han ganado con los hierros duros, por supuesto gustos toreros al margen. Si eso no es respetable, mucho menos será que algunos se mofen, cuando andan sorteando y salvando los tornillazos sobre su anatomía.
Cerrada queda la feria y ahora nos queda mañana la corrida de Beneficencia, con el regreso de Morante y siete después la corrida In Memorian de Victorino Martín.