Habemus o no habemus, ese ha sido el debate en estos últimos días, todos pendientes de la fumata vaticana.
Y así llegamos hoy a esa otra Capilla Sixtina que son Las Ventas del Espíritu Santo. La abrieron de par en par y a ella accedieron todos los aficionados para celebrar este nuevo cónclave.
Poco menos de 23.000 ocuparon sus asientos y estuvieron pendientes para elegir, en esta primera entrega, a quien le corresponde ocupar el cetro en este San Isidro.
Créanselo, para empezar todos miraron al papa Clemente o, para mejor decir, a Clemente para ver si se le podía llamar al final Papa Clemente. El torero francés confirmaba su alternativa y con ese nombre trajo a la memoria colectiva la saga de los Papas Clementes, y a quién haciendo V fue el primero en residir en la ciudad francesa de Aviñón. Demasiada coincidencia, demasiada curiosidad, suscitaba un Clemente en el ruedo y de nacionalidad francesa.
Claro que también estaban como elegibles un tal Alejandro, del mismo nombre que quien fue llamado el Papa Borja y otro llamado Juan, nombre coincidente con uno de los últimos papas y más querido como lo fue Juan XXIII.
Hablamos de toros y toreros, ya sabemos que el nuevo Papa de la Iglesia será León XIV, pero la actualidad nos ha proporcionado este juego de palabras. En la plaza tres ‘papables’ y a eso nos debemos ceñir a partir de ahora.
Alejandro, de apellido Talavante, fue quien más hizo para que apareciera la fumata blanca. Si en su primero anduvo en ese Talavante cansino y disipado, en su segundo cambió de cara, se vio iluminado y apareció ese torero que tiempo atrás era capaz de alegrar los tendidos con su toreo de fantasía, improvisación e inspiración, bien es verdad que el toro de Victoriano del Río, ‘Misterio’, fue necesario para obrar el milagro. Con todos esos recursos logró deslumbrar a quienes esperaban esa ‘resurrección’ talavantina. Una faena al más puro estilo Talavante. Le pidieron, y le dieron, las dos orejas, si bien muchos echaron de menos más hondura y profundidad en su toreo de muleta. Nivel ligeramente bajo de exigencia para ser el primer día, pero la mayoría estaba con el extremeño, quien salió en volandas por la puerta grande.
Hubo fumata de color gris... más o menos claro
El llamado Juan, de apellido Ortega, mostró su despacioso toreo con capote, sobre todo en una media, y muleta, pero sin que sus enemigos le permitieran redondear nada como él y todos deseaban. Con los aceros, él solito cerró con mala nota su hoja de servicio en el día de hoy. Se le espera para la siguiente, en la que tendrá tres toros, tres opciones para tapar la tarde de hoy. El recuerdo de lo bien hecho puede y debe favorecer esa espera.
Clemente, el torero francés, portó capote y muleta y su actuación puede considerarse como muy digna, maciza y solvente. A punto estuvo de alcanzar triunfo con el toro de su confirmación, pero la espada no fue su aliada. Aliada con él sí estuvo la fortuna para salir ileso de un percance múltiple, zarandeado y volteado de mala manera. En el que cerraba plaza su interés fue máximo y mostró nuevamente capacidad suficiente para tener más oportunidades.
Al final no podemos decir de forma rotunda que hubo fumata blanca, aunque tampoco fue negra, quizá de un color gris mas o menos clarito. Un color que deja máxima expectación para lo que suceda en los días sucesivos.
Al menos hoy, sí podemos proclamar que ¡¡Habemus Feria!!