Pasó ya el peruano Roca Rey, en su primera comparecencia, por Pamplona y lo hizo sin triunfar, sin salir en hombros.
Toda una novedad. No es lo que de él se espera ni lo que él espera de cada tarde en la que se viste de luces. Pero es lo que sucedió en esa primera tarde.
Para comprender las razones de ese ‘no triunfo’ hay que acudir a saber las condiciones en las que el torero peruano hizo su primer paseíllo en la capital navarra.
El hombro derecho, lesionado en la localidad peruana de Chota, le impidió acceder al corte de orejas en su primer enemigo al fallar con la espada y reiteradamente con el descabello. Notoria fue esa merma de fuerza para poder realizar la suerte con normalidad, y muy visibles los gestos de dolor y de impotencia del torero peruano.
El hambre de triunfos con el que hace cada uno de sus paseíllos, se muestra también de forma inequívoca en la determinación de alcanzar el triunfo cada tarde y en Pamplona no lo fue menos. Se mostró como es y dejó patente que no quiere que nadie le adelante en triunfos allá donde actúa.
Nadie quiere ver a Roca Rey así de serio
Pero el hombre ha de medir mejor sus posibilidades y, en este caso, sus fuerzas. Por muchas ganas de actuar en una feria tan importante y mucho dinero que se deje de ganar ausentándose, ha de procurar primero por su restablecimiento completo y después por quienes han pagado una entrada para verle en plenitud de condiciones físicas.
La imagen de un hombre con tanto hambre, pero con un hombro tan débil puede resultar, como así sucedió, patética. Para muchos, así lo piensan, si no estás bien no salgas y para otros, tan doloroso como para él, fue el verle sin estar en plenas facultades.
Precisamente ese hambre con el que sale cada día, para mantener el liderazgo del escalafón, requiere de plenitud física. Si ha de arriesgar ante el toro, debe equilibrarse la pelea con las fuerzas necesarias para culminar sus hazañas. Habrá de pensarse seriamente si está en condiciones de repetir paseíllo en San Fermín.
Al igual que dejó de cumplir sus contratos en las ferias de Soria, Burgos y Teruel, para los que, curiosamente, el sustituto ha sido Pablo Aguado, del mismo modo debe respetar el presentarse en Pamplona en el máximo nivel.
Tal como es Roca Rey se hace imprescindible esa buena condición, de lo contrario se pueden evaporar sus triunfos diarios y perder esa estela que le caracteriza de salidas en hombros continuadamente.
Posiblemente es cosa que ha de decidir él, pero también tienen derecho esos miles de personas que le quieren ver triunfar y que no se conforman con verle mermado de facultades.
El hombre, su hombro y su hambre tienen que estar en plena sintonía.