Basta con decir su nombre y a la afición le produce un respeto enorme, unido a una profunda admiración.
No es el nombre más sonoro del escalafón, ni el torero de moda, ni siquiera el que ocupa un lugar en todas las ferias, es sencillamente un torero de los de verdad, de los que la afición respeta y quiere ver en los ruedos. Téngase en cuenta, además, que si él está en el cartel se sabe seguro que habrá toros íntegros en la plaza. Una garantía añadida a su torería y capacidad.
Anuncia que el próximo 2025 será su última temporada en activo, coincidiendo con los 25 años de alternativa. Fue en junio de 2000 en Torrejón de Ardoz, en el Corredor del Henares en el que residió desde niño, donde se hizo matador de toros.
Si a los toreros se les ha llamado muchas veces héroes, Fernando es el vivo ejemplo de ese calificativo. Pocos como él pueden presumir de ser ese tipo de toreros que han vivido junto a la épica durante toda su carrera. Nunca renunció a ejercer de héroe con el ganado que le ha tocado lidiar, otra cosa que hace aumentar el reconocimiento de los aficionados.
En los últimos años pudimos comprobar que era un torero de buen corte, clásico. Tras de dominar a las fieras ha dado rienda suelta a un toreo auténtico en las formas y en el fondo, pero revestido por la grandeza de hacerlo delante de las ganaderías llamadas duras.
Madrid, su plaza de Las Ventas, ha sido el escenario ideal donde ha dejado de ser solo un héroe para ser también un torero artista, a deleitarnos con la profundidad de su toreo. Parecido a un milagro, que se ha encargado de protagonizar, especialmente, con toros de José Escolar.
No es ni en blanco ni en negro, es toreo en auténtico
Con el anuncio de su marcha comienza a dejar un hueco que no va a ser fácil de llenar. Robleño ha sido, y es, un ejemplo de muchas hornadas de toreros, quienes será normal que sueñen con el éxito y el dinero, pero que dejan atrás muy pronto el compromiso con la verdad, cambiándolo por la comodidad.
Le deseamos la mejor de las suertes en su temporada del adiós, que las empresas sean justas, aunque solo sea y sin que sirva de precedente, pero que le devuelvan todo lo que le han quitado en tantos años de lucha y sacrificio.
Fernando Robleño es un torero que, de haber existido mayor justicia y mejor gusto torero por parte de las empresas habría gozado de mejor trato y, en consecuencia, hubieran permitido a la sufrida afición de disfrutar de uno de los toreros más auténticos de los últimos tiempos.
Podemos decir sin temor a equivocarnos, que será pequeño de estatura, pero que con su marcha nos quedamos sin uno de los grandes.
Que las empresas taurinas reconozcan tus méritos en 2025 y que la actividad que desarrolles posteriormente cuente con la justicia y el reconocimiento que mereces.
¡¡Mucha suerte, torero!!